viernes, 4 de diciembre de 2009

Veintidós horas, ochenta diapositivas y muchos libros después

Tenía quince minutos libres, se tiró en el verde pasto, por una vez estaba a favor de la matanza de perros sin dueño (o los perros dueños del mundo, como se les quiera decir) porque entonces no existía el estiércol y la orina en todas las áreas verdes… al menos no de manera tangible, seguro las moléculas de esto y aquello volaban por el aire, el polen, los hongos, gotas de agua, lo que fuera, esos eran sus quince minutos y por más que lo intentaba no podía dejar de pensar en Orlando.

Se estaba involucrando mucho con aquel chico y eso era peligroso, porque cuando sentía algo con total vehemencia dicho éxtasis se involucraba con la razón, segándole el intento de “buen juicio” con el cual deseaba dirigir su vida. Las relaciones entre personas del mismo sexo eran tremendamente complicadas, sin embargo hasta la fecha no conocía a nadie a quién se le facilitaran las relaciones ya fueran homosexuales o heterosexuales. Pero su juicio no era válido, las personas que conocían no representaban el mundo, su estudio estadístico era un pretexto empírico de las relaciones amorosas, porque la gente que solía frecuentar pensaba muy similar a él, sin embargo había sido Susana quién lo había cimbrado unas horas antes vía ventanilla de Messenger, la conversación fue así:

Zuzu dice: Hola Leo, sigues torturándote por tu relación con Orlando?????
Woolf dice: gracias Zu, gracias en verdad… una buena amiga vine a tener en ti…
Zuzu dice: pues no sé tú, pero eso de las cosas con tu mismo sexo es complicado, no sé como lo logras
Woolf dice: dímelo a mí que estoy en eso… bueno, en ESTO
Zuzu dice: es que son los roles Leo, mira en mi relación yo soy fuerte, la que manda y dice como se hacen las cosas, pero sin importar que tan poderosa finja ser, él siempre me tiende la mano, debe cuidarme porque yo soy la mujer.
Woolf dice: no creo en eso de los roles con hombres, mujeres, gatos, perros, ni en el kama Sutra o como se escriba
Zuzu dice: bueno, la posición en la cama importa, yo le digo que él arriba ¿por qué yo tengo que trabajar? Que se aplique él, ¿pero ves?, accede porque es todo un caballero
Woolf dice: mucha información para mi cabeza, no quiero saber nada de eso, lo único que ahora quiero es a Orlando y ese es un problema
Zuzu dice: problema porque ya te involucraste emocionalmente, pensé que lo estabas usando nada más para molestar a Edgard
Woolf dice: yo pensé lo mismo
Zuzu dice: y ahora ni sabes si eres el hombre o la mujer en la relación…
Woolf dice: él siempre paga mis cuentas, cuando vamos a comer, al cine, ¡me llevó al ballet!
Zuzu dice: eso sí que es romance, lo digo con total sarcasmo Leo, es obvio que eres la mujer y no me digas que no sostuvo tu mano cuando el gran bailarín dio un salto fenomenal
Woolf dice: lo hizo, sabe que me gusta mucho el ballet a pesar de ser un aficionado
Zuzu dice: ese es tu problema Leo, para que te guste algo no debes ser un experto en el tema, por eso tu relación es un caos, todos somos aficionados en las relaciones y nadie es un experto, ya deja de tortúrate y dile a Orlando que te lleve a escuchar la filarmónica nacional o algo así
Woolf dice: no sé de dónde saca tanto dinero…
Zuzu dice: un consejo de mujer a mujer, eso no se pregunta, ellos lo sacan y ya, nosotras lo gozamos
Woolf dice: Zu, no soy mujer, soy hombre
Zuzu dice: bueno, en tu relación eres la mujer, ya pues tengo que dejarte porque son las cinco de la madrugada y tengo clase en una hora, y tú????
Woolf dice: no he dormido en toda la noche, es fin de semestre
Zuzu dice: afortunado tú que todavía tienes tiempo para pensar en tu relación, yo casi termino con mi novio, le dije “tengo que estudiar y me estorbas”, él sigue a mi lado
Woolf dice: eso es romance
Zuzu dice: romance es lo que ellos no saben, nosotros hablando de sus cualidades y defectos a esta hora

El romance, no existía el romance, el amor en la época postmoderna parecía no existir con tintes románticos. Una cosa era el amor, otra muy distinta la forma en que se expresaba.
Era lo edulcorado aquello que no encajaba, al menos no en el arte donde las personas ni querían compromisos ni mucho menos tropiezos, donde los aparentes amigos ponían a una tercera persona como pieza de juego, era cierto, ya nadie desayunaba con diamantes ni se encontraba con su amor en medio de la lluvia besándose, las personas en el arte se estaban, cuando no muy enamoradas de sí mismas, al menos sí enamoradas de su propia libertad, pero Leonard se había negado a sí mismo. Pensaba todo el tiempo en Orlando, no podía sacarlo de su cabeza, la culpa era suya, sin embargo resumió en que confiaría en él, se dejaría llevar y terminaría con su tortuoso destino ¿qué importaba si lo descubrían en casa o si tenía que seguir ocultándolo? Existían matices en la vida personal de cualquiera que nadie debía saber.

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