lunes, 2 de noviembre de 2009

Cherry Lips (¿puticherry lips?)

Leonard había llegado a la putifuesta al lado de Morgause, quién sin ser la persona más fuerte con la cual podía haber asistido, era la más decidida y leal que conocía al respecto de Petter, porque el chico cuasi escritor de provincia se sentía ligeramente interesado por la tal loca adoradora de Kitty –Lo estoy denigrando, lo estoy denigrando- pensaba Leonard mientras cambiaba su concepto de Petter, sin embargo no sabía nada de él, sólo que le gustaba “Girl interrupted”, Kitty (la gata, no la protagonista de “El velo pintado”) y la moda –¡Y lo hombres!, que no se te olviden los hombres- se repetía en su cabeza.

-Ay Leonard, no sé porqué estamos aquí, no lo sé en verdad- Morgause era la personificación de la honestidad. Ahí vestida con sus sandalias tan regionales, su cabello desteñido y su ropa ligera (ligero no sólo en el concepto de lo etéreo sino también dentro de lo humilde pero con decoro) sin duda alguna Leonard la amaba mucho, pero sobretodo la estimaba y admiraba, por seguir con su vida, porque aunque la mierda les había caído a los dos por montones, seguían parados entre tanta porquería y al final había sido ella quién le enseñó que el arte puede cambiar al mundo.
-Pues tú estás aquí porque me quieres y me estás apoyando, yo estoy aquí porque necesito distraerme, eso de las revoluciones y el guión me está matando, ya estoy cansado de pasarme las horas encerrado en aquel departamento.
-Visita a tu familia, ve con ella- decía Morgause sin sarcasmo o ironía, realmente lo decía porque creía que eso era lo que necesitaba su amigo.
-Veinte años al lado de mi familia, estoy aburrido de ellos, todos ellos con su gran recato, sus diversiones de diván y su vida ordenada, por eso soy un maldito ordenado de mierda.
-Bien Leo, ya entendí que estás un poco sobrexcitado.
-Es eso o la música… “go baby, go go”- canturreo él
-Creo que a Petter le gusta el grupo de música…
-Ese dónde canta la pelirroja.
-Hay Leonard, si no es Mozart no sabes nada de música ¿verdad?, es “Garbage”, se llama “Garbage” el grupo.
-Pues sí, no sé nada, y aún con Mozart soy un snob, no sé nada sobre él, sólo disfruto su música y doy gracias a Dios porque existiera un compositor tan prodigioso. Pero también amo a Philip Glass, y el sentimiento que tengo hacia él no es sólo cuestión de esnobismo.
-Lo dices para justificarte, soy snob ¿y? has algo al respecto.
-Me gusta ser un snob, me gusta mucho Mozart y Philip Glass, si el precio que debo pagar es que me llamen snob, pues muy dispuesto estoy a pagarlo.
-Ya, ya Leo, esto es “go-go, no cry-cry”
-¿Crees que pongan música gogo y yo baile como Rose McGowan en “Planet Terror”, sexy y lloroso?
-Te estás pasando de pesado Leo- rió Morgause- te estás pasando- no le interesaba que su acompañante se pasara de cínico, le preocupaba que se volviera a deprimir.

La música sonaba a todo lo que el oído estaba dispuesto a escuchar, quizá a unos decibeles más allá de lo indicado, pero si algo sabía Leonard, era que Petter era poco indicado, quizá moralmente incorrecto, socialmente indecoroso, pero recelosamente interesante. Por eso estaba ahí, para saber más.
La querida vocalista de “Garbage” hablaba del chico delicado inmerso en un mundo histérico, y justo así se sintió Leonard cuando vio, no la putifiesta, sino la orgifiesta, estaba seguro que en el baño se estaban practicando cosas más obscenas de lo imaginable, así que intentaba no forzar mucho su imaginación si de cualquier modo no lograría acertar ni mínimamente en el asunto.
Pudo ver al tal Armando, delicado y débil por su el exceso etílico en la sangre, al parecer no había notado que su bebida (si es que así se le podía llamar) era una especie de jugo de uva con alcohol y muchas colillas de cigarro.

-El tipo no tiene el menor decoro- susurró Leonard.
-¿Qué?-preguntó Morgause.
-Que aquí viene…
-¡LEO HIJO DE PUTA CABRONCETE DE MIERDA!- apareció Tina con su séquito, Marcie y Fer le acompañaban, ¿qué diablos hacían ahí? –con que no vienes a mi fiesta de verano maldito engendro, pero asistes a las putifiestas del puto este.
-Suena muy despectivo.
-A la mierda Leo, A LA MIERDA Y NO ME JODAS, yo sé que no eres tan correcto, ya me enteré que andas publicando textos por ahí en la Web- Tina se acercó un poco más- y no me jodas, NO ME JODAS que no soy la única que lo sabe, yo que tú me cuidaba antes de que te digan “snob prepotente”- Tina echó a reír con un frenesí infernal, un fuego que consume, quema y aturde, cualquier similitud con el lago de lava hirviente (el bíblico) no era mera coincidencia. Seguro el infierno tenía algo que ver con la compañía de Tina, pensó Leonard.
-¿Con que ventilas la vida ajena?- preguntó Marcie.
-No, todo lo que escribo suele ser ficción, las personas sólo me dan ápice para hablar sobre ellas.
-No puedes culpar el escritor- dijo Fer con infinita seriedad- las personas existen, no puede evitar existir.
-PUTA FER, si no fueras tan serio te juro que te jodía, TE JODÍA, decirle eso a Leonard, es fantástico, FANTASTICO Y A LA MIERDAD SI NO ES CORRECTO.
-Perdón tenemos que saludar- dijo Leonard como si realmente tuvieran que saludar a alguien especial… o si la fiesta fuera de esas que debes “saludar” por cortesía. Tomó de la mano a Morgause y avanzaron entre la multitud hasta que un grupito de chicos de otros semestres de arte (más jóvenes, más ilusionados) se cruzaron con ellos.

-Morg, me gustan tanto tus grabados- le dijo un muchachín algo ebrio.
-¿Qué pasa con esta gente?- vociferó Leonard- ¿es que llegamos tan tarde que ya todos están ebrios?
-¿Qué?, ¿no le puede gustar a alguien mi trabajo si no está ebrio?- una vez más Morgause no estaba ni irritada o cansada, sólo bromeaba- ay, mi trabajo de grabado no es bueno, ¿te dije que el profesor me dijo que soy una floja y que no puedo hablar y actuar a la vez?
-Sí, me lo dijiste, y es un asno.

Se empezó a escuchar la canción “I Can’t be with you” the Cranberries

-Esa sí la conozco- dijo Leonard mientras se apartaban de los chicos ebrios, como si eso fuera posible, ya que todos estaban ebrios.
-Y sin ser Mozart.
-Mozart es tan aburriiiiiidoooooo- dijo una voz detrás de Morgause.
-No lo es, Mozart es un genio- contestó con aire triunfante Leonard. Era Petter quién hablaba a espaldas de su amiga.
-Yo no puedo vivir sin una batería, una guitarra eléctrica, sin el ruido.
-O el alcohol- le retó Leonard.
-Eh Leo, voy por algo para tomar, ya sabes, para estar en sintonía- y se escurrió Morgause entre el resto de los invitados.
-Creo que las personas te incomodan, la sociedad te molesta ¿verdad?- dijo Petter con tono tranquilo y armónico, aún cuando The Cranberries tocaban “Zombie”
-No es la sociedad, es que ya no confío en mucha gente.
-Lo supe desde que te conocí, siempre estás a la defensiva, como si te hubieran hecho algo malo.
-Bueno, es que me han hecho mucho daño, pero sé que no es pretexto.
-Pues no, siempre debes volver a confiar.

¿Cómo era que todo aquello se estaba convirtiendo en una escena barata de diálogos baratos entre dos personas que no se consideraban baratas? Parecía un capítulo de “7th Heaven”, cuando Leonard quería que fuera muy “Sex and the city” o ¿era sólo su imaginación?

-No me gusta tomarme muy en serio- bufó Leonard con total hipocresía.
-Muy al contrario, creo que te tomas muy en serio y por eso eres muy selectivo con las personas.
-Tienes algo de razón, no me gusta ser una mota de polvo que la gente se pueda sacudir o deshacer con un soplido.
-Yo creo que eres un poco reprimido ¿no?, con todas esas cosas de en quién confiar y no confiar.
-Me ofendes enteramente- Leonard se medía a cada instante, con cada palmo, estaba frente a Petter y se sentía como Elizabeth Bennet diciéndole a Lady Catherine de Bourgh: “Me ha ofendido de todas las formas posibles”, pero Petter no lo entendía, porque finalmente no estaban al mismo nivel o en la misma sintonía de analogía.
-Pues no creo que sea ofensivo, perdón si te ofendí, puede ser que tú te ofendas muy fácil o yo soy muy grosero.
-Podrían ser ambas cosas.
-Te tomas todo muy en serio.
-Y tú todo muy a la ligera.
-Mi vida es así, no tiene límites.
-Felicidades- las cejas de Leonard se curvaron denotando enojo, era un tic que había adquirido de su padre pero que en contadas ocasiones salía a relucir. Se movió sigilosamente, no como una Ana Bolena sino como una Catalina Howard, tranquilo, jovial y seductor, pero Petter lo vio con cara de inexpresiva, como si no entendiera nada de lo que estaba pasando.
Efectivamente Leonard estaba interesando, realmente intrigado en aquel muchacho, y ese pobre hombre no lo notaba ni en lo más mínimo ¿qué estaba fallando? Era obvio que no era un Nick Hollinghurst, a este no le gustaban los juegos, no le interesaba sentir que estaba en la novela de “Las amistades peligrosas” de Pierre, a este no le habían educado en alguna corte made in The Tudors, a este no le interesaban los códigos sociales, a este le valía poco la mascarada social –Este es diferente- pensó Leonard, y se sintió aún más interesado.

Continúa en la siguiente entrada, la putifiesta aún no termina… la noche es joven.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Lalalea aquí