lunes, 15 de febrero de 2010

La coctelera: Shakespeare, Jorge Plata y Barthes

Solía ser que las amistades homosexuales de Leonard eran muy reducidas, no sólo porque acababa de salir de un clóset mental, sino porque sus amigos heterosexuales siempre le habían parecido la mejor compañía que un chico de su edad podía tener, las malas influencias estaban exentas de sexualidad así como las buenas, todo se daba por inercia social, las cosas se dan sin más. Pero después de sus contantes incursiones por los territorios de la homo/sociedad, Murat había venido a “sustituir” a Edgard, así como sus antiguos amigos eran dejados en el olvido por unos nuevos, cambio de personalidad, cambio de vida, cambio de sexo, cambio de estilo, cambio de armonía, y lo demás… -¡Que se joda!- pensaba Leonard.
Sentado con un nuevo acomodo de cabello así como de ropa, intentaba darse sus aires de “fancy” fantasioso, Leonard charlaba con Murat, Eliee y Trish. El primero le había llevado a tener una noche “Nick y Nora”, saltando de exposiciones en exposiciones, de bares en bares, de un par de antros a otro par de antros, sólo le faltaban los urinarios “Pero esos son para compungidas” le había dicho Murat.
Por otro lado Eliee era un buen comprador de ropa. Esto sí, eso no, te queda, te abarata, lo usas, lo tiras, lo amas, lo cagas, Stacy y Clinton de “What not to wear” se veían benevolentes al lado de Eliee “Depende de cómo desees verte, ¿Cómo una maricotas?, una dragqueen?, ¿Cómo el Jonas Brother en el vestido de Beyoncé? Tú habla, ¡Habla!”.
Quizá Trish se volcaba más en el ámbito de lo “heterosexual”, sin embargo tenía algo de homofóbico y eso era lo que le hacía pensar más en los límites y las restricciones. Con él podía ir a las librerías, comprar libros, pasear por los parques, pero adquiría sus restricciones verbales, pues si los otros dos tenían una eterna verborrea (un aspecto que le encantaba a Leonard) Trish era sumamente callado. “Leo, si se me ocurre algo te lo digo, no pidas que saque mierda de donde no la hay”, le contestó cuando Leonard le dijo “Y tú, mudo, ¿qué piensas?”. Pero ahora aquel cuarteto de amigos se inmiscuía en una charla agitada de amores y desilusiones, rencores, pero sobre todo, desintereses. Todo inició con un sueño en una noche de invierno.

-Difuso, era difuso… así son los sueños, difusos- empezó a decir Leonard.
-Quedó claro que es difuso wey- entornó los ojos Trish.
-La Shirley Manson cantaba en el fondo diciendo que era tranquila como el océano, que era cátsup, pero era sólo su voz, después cambiaba el panorama y salía mi amiga Samantha cantando con un vestidito muy mono, entalladísimo, en un bar.
-Muy sexy, si fuéramos heteros- bufó Murat con su cigarro en mano. Leonard se lo quitó y echó una bocanada de humo, como si aquello estimulara la imaginación de sus acompañantes, cual polvo de hadas, cual cocaína esparcida en el espacio.
-Entonces lo veía en el fondo tomado de la mano con alguien más, ya sabía que iba a pasar, Orlando tomaba de la mano a Edgard pero después era a Samantha, y al final era yo, pero yo no estaba allá, sino acá, viéndolo todo como un espectador más en el bar. Entonces hubo un corte de escena, como una mala imitación a la nueva ola francesa. Todo se mezclaba en un ambiente rojo y nebuloso, Orlando bailaba con algo que no era ni Samantha, ni Edgard, ni yo, al final de la canción… bailaba la misma canción, mientras Shirley decía “Espero, espero por ti”, salía por la puerta de emergencia. Una puerta que era de un hospital, ya no era el bar. Yo le seguía en bata de interno.

Justo en ese momento sus tres acompañantes parecían emocionarse porque su amigo tuviera el trasero al aire persiguiendo a su ex amor. Algo sumamente irónico.

-Chicos, chicos, aún no termino, en verdad que no es muy gracioso al final.
-Dale, dale- lo incitó Murat.
-En el transcurso alcanzaba a Orlando. Él iba muy bien vestido, yo al menos llevaba un pantalón negro, pero era gordo, yo era gordísimo… - Leonard hizo una pausa y al unísono él y Eliee dijeron: ¿Más gordo?, rieron juntos y continuó el relato –Le decía todo lo que tenía que decirle, ya saben, que aún lo amaba, que esperaba me quisiera, todo eso, al paso de mis lamentos las cosas fueron poco a poco un susurro y yo adelgazaba más y más hasta quedarme en los huesos, pero él no parecía inmutarse. Entonces se sentaba en una esquina cualquiera, eran las puertas de una carnicería y él estaba al lado de una cabeza de cerdo. Yo me cansaba de suplicarle, corría lejos de él hasta que me encontraba con Morgause, me recitaba un poema de Jorge Plata pero con algunos arreglos, decía: “Escondamos sus recuerdos en el clóset para que nadie recuerde que lo amaste. Escondamos sus recuerdos en el clóset para que nadie sepa porque lo odiaste. Metamos en una cajita sus besos para que te olvides de sus sabor, y llénate Leonard de unos nuevos, hagamos de cuenta que sus abrazos no existieron, para volver a usar ropa en vez del calor de su cuerpo. Lávate sus caricias Leonard, lávate sus “Te quiero” para poder olvidarte de su amor y no llorarlo por más tiempo”
-¿Quién es ese Jorge?- le interrumpió Eliee.
-Alguien de quién compré un libro y leí de un jalón la noche anterior al sueño, también había leído “Romeo y Julieta”… de un jalón.
-Shakespeare y poesía, dos cosas de un jalón, eso mata Leo, te estás matando- dijo muy risueño Murat.
-¿Me dejan terminar?
-Wey, ¿no habías terminado? Me das weba.
-Ya acabo hombre, si quieres puedes hablar más seguido Trish.
Trish entornó los ojos y sorbió más agua de guayaba de su vaso.
-Le gritaba a Morgause, “¡NO!, no quiero” y volvía a atrás, encontrando a Orlando en una esquina, que ya no era carnicería, sino una peluquería o algo así. Le declaraba mi insufrible amor, y sin mucho ímpetu él decía quererme igual. Al momento yo estaba cansadísimo en el asiento trasero de un taxi y sólo pensaba en dormir y dormir. Pero Orlando me decía “No te preocupes, aquí estaré, esto es verdad, es verdad y no un sueño, es para siempre” sostenía ridículamente mi mano y entonces me quedaba dormido… despertando en la “vida real”, ahí en mi cama, con unas hojas impresas de Barthes y su libro “Fragmentos de un discurso amoroso”.
-Duermes con los libros, eres el colmo, un hombre es lo que deberías conseguirte para sustituir al tal Barthes.
-Y fue el fin del sueño cabrones, se acabó- dijo Trish haciendo que se levantaba de la mesa.
-¿No lo ven?
-No, no lo vemos querido, nos hace falta ir a comprar ropa queer-ido si es que estás teniendo esos sueños.
-Barthes dice que la literatura nos habla sobre el amor y los celos como algo prefabricado, cual si fuera algo que ya está predeterminado, es algo que siento sin sentir.
-Leí a Barthes alguna vez- bufó Trish- pero no congenio con sus ideas. Quieres decir que sentiste todo lo que sientes por Orlando porque...
-Lo social, me sentí ofendido de que me engañara aún cuando yo estaba jugando con él. Me enamoré, sí, lo amé mucho más que a mí mismo, pero se acabó porque algo en mí me dijo: “Debes sentirte miserable por el engaño”, y no es eso lo que me extraña o mata, cualquiera puede sentirse así, pero son todas estas ridículas penas que he tenido desde el tiempo en que nos separamos. ¡Son una tontería! No me quiere, y a la par ya no lo quiero, lo que realmente quería era crear un drama. Bien, lo hice, bien, lo logré, ¿y ahora qué?
-Necesitas una peda- le sugirió Murat.
-¡No!, se fue…
-Decir que racionalizas el sentimiento no lo hace menos visceral, no puedes dejarlo ir y ya- gruñó Trish.
-Lo dejé de ir, aún siento algo pero ya no tanto, fue un sueño lúcido, esto es la vida real, esto no es un sueño, ¿a dónde me puede llevar tanta melancolía? Se acabó.
-Amén por eso- Murat golpeó la mesa, pagaron la cuenta y se fueron aún discutiendo de manera muy escueta si acaso los sentimientos, las emociones y las conductas estaban dogmatizadas y prácticamente comercializadas… aún para ellos.

5 comentarios:

  1. un texto magnífico, imperdible. Me encantó!!

    ABRAZOS Y BUEN FINDE!!!!

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  2. Gracias por el comentario Stanley. Me encanta que te parezca bueno mi texto. Saludos querido. El fin de semana se está acabando...

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  3. Muchas gracias por tu visita!

    Te deseo una semana excelente!! BESOTES!!!

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  4. Hola Gracias por pasar...Tu blog también me gusta y mucho....Las imágenes, justamente son de esas series que seguro mirábamos al mismo tiempo...jejej....Un abrazo.

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  5. Gracias chico. Es curioso, las mísmas imágenes, los mismos orígenes (uyy algo curioso aunque jalado de mi parte, lo sé) Abrazo de regreso. Saludos.

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