martes, 22 de septiembre de 2009

Frustración, frustración por el guión

“Hoy es uno de esos días de la cama infinita y el café oxidado de ayer… restos de una cena, una botella vacía y una nota en el mantel… ¡como siempreeeeeee, inolvidableeeeee, otra noche tan bonita como túuuuuuuu!” –Cantaba Leonard mientras se colocaba frente a su monitor, una hoja en blanco, de un blanco tan inmenso que ni la nieve de Polonia (nunca había estado ahí pero se la imaginaba… como mal escritor que era) podía comparársele, pues la hoja en el computador era digital y a eso se refería Kristof Kieslowski en su película “Blanco”: “Todos sufrimos” –Sólo que aquí TODOS los escritores sufrimos por el blanco de la página, lo que nos da una tremenda igualdad ¿no era eso lo que querías Kieslowski?- vociferó Leonard en dirección al techo de su pequeño y desaseado departamento- que todos somos iguales, que todos sufrimos igual y que todos, todos, todos los escritores deben enfrentarse a su bloqueo del escritor, JODETE Kieslowski, te AMO pero jódete- seguía gritando como un maniático, sentía que no debía haber tomado aquel expreso vespertino.
-Eh chico- escuchó Leonard desde la puerta. Era su vecina, una mujer con más de sesenta años y cuyos familiares, sospechaba Leonard, le habían abandonado- podrías dejar de gritar.
A lo cual Leonard contestó con un tono muy a la Julia Lambert (diva del teatro):
-¡Ah, váyase al infierno vieja quejica!- sí que estaba enfadado, pero la vecina no tenía la culpa.
-¡Pelado!- le gritó la mujer.
-Eso no le quita lo quejica.
-No, pero con comprueba que eres un grosero.
Leonard se paró de un salto y llegó con otro salto a la puerta y la abrió.
-No me siento bien, no estoy bien.
-Nadie está bien, no te sientas tan especial jovencito- la vecina estaba severamente enfadada, pero por desgracia para ella no sabía hasta qué punto Leonard podía estallar. Él siempre tan sarcástico y cínico intentaba sonreír de modo malicioso o amable, pero cuando se enfadaba no existía mayor remedio que sacarlo, como una especie de vómito visceral.
-No es que me sienta especial… ¿sabe cómo me siento?, me siento como si el primer acto se hubiera terminado, el telón está por subir porque va a iniciar el segundo acto ¡y yo no tengo ni puta idea de lo que viene a continuación! ¡Se me olvidaron los diálogos! ¡Se me olvidó cómo ser brillante!
-Tu madre debe estar muy avergonzada de ti.
-¡CLARO! Estaría avergonzada si supiera que su hijo, por quién aún no se ha jubilado, está perdiendo el tiempo en ideas infructíferas para un guión infructífero.
-Mira muchachito, tu madre puede estar avergonzada porque parece que has perdido todos los modales.
-¡Eh perdido todo!, por estar en cama todas las vacaciones y deprimiéndome como un estúpido ahora no puedo ni escribir un e-mail.
-¡Ah ya! Deja de quejarte niñito mimado, te pagan el departamento, no veo que hagas más que ir a la escuela y a tus eventitos sociales, así que deja de lacerarte tú mismo.
-¡Deje de espiarme!
-Deja de gritar.
-¡PUEDO GRITAR TODO LO QUE MI CAJA TORÁCICA ME PERMITA!
-Eso o hasta que llame a la policía.
-¡Oh!, vamos, llámele y así pondré mi canción de “Momentum” a todo volumen para sentirme Melora Walters de “Magnolia” ¡pero sin la droga!
-¿Estás drogado muchacho? Pobre de tu madre.
-¡NO!, pobre de usted- Leonard le cerró la puerta en la cara a la mujer “sesentona” (como la clasificó en su cabeza)

Ahora sí que la había hecho en grande, le había gritado a una mujer que en efecto era “una pobre mujer” sin culpa alguna por su falta de creatividad al momento de escribir. Su instructora del taller de guión le había dicho que tenía bien pensados a los personajes pero penosamente no tenía un conflicto. Cuando eso surgió de su boca sintió que el mundo se venía abajo. No sólo era un comentario muy acertado de aquella mujer, sino que Leonard se había dado cuenta que no tenía una historia que contar –En verdad que voy a terminar como la tal Gigi Levangie, escribiendo de mí, para mí y sobre mí- la cosa se complicaba porque había escrito una serie de cuentos y con eso en mente él creía poder escribir un guión –No es que los cuentos y los guiones sean lo mismo, pero la creación literaria está ahí ¿no?, se deduce que no te abandona… ¡A MENOS QUE NUNCA LA HAYA TENIDO!, ¡JODER, JODER, JODER!,!NO TENGO TALENTO!- justo después de vociferar la palabra “talento”, su computador empezó a cantar “Money, Money, Money” en voz de Meryl Streep.
-¡Sí MERYL, seguro es divertido el mundo de los RICOS!- la canción era del musical cinematográfico “Mamma Mía!” basado en el musical de Broadway del grupo ABBA, pero eso a él no le ayudaba, es más, lo ponía histérico cuando Meryl decía: “Todo lo que podría hacer si tuviera un poco de dinero…”. Entonces Leonard pateó un par de libros que tenía en el suelo (algo que estando cuerdo no se hubiera permitido) y con ello se dio cuenta que su departamento estaba hecho una porquería. La cama no se había tendido en semanas, desde que había iniciado el curso lo único que hacía era restirar las sábanas y meterse en ella, no la sacudía ni nada que pudiera ayudar a la higiene personal de cualquier ser humano. Una enorme capa de polvo cubría su despertador de noche y que tenía un sinfín de bolsas de “Gandhi” y “Mixup” tiradas por todo el suelo, también unos libros de arte, los capítulos impresos que estaba corrigiendo de su primer intento de escribir una novela, ropa por todos los rincones, abrigos sobre todo, no sabía por qué se había empeñado en comprar chamarras, abrigos y suéteres, también estaban los zapatos fuera de sus cajas, la guillotina para papel que había traído desde su casa, así como una docena de hojas con anotaciones sobre una pequeña animación que estaba por hacer. La escena lo puso fúrico.
-¡CON UN DEMONIO!, ¡CON UN DEMONIO LEONARDO! ¿EN DÓNDE HAS ESTADO? – inmediatamente corrió hacia la puerta, sacó un cigarro y empezó a fumar, inhalo, exhaló, hizo lo que siempre hacía pero la cosa no le bastaba, tenía que resolver el asunto en ese mismo instante, así que volvió a entrar, tomó una de las playeras que se ponía cuando “pintaba” y la rasgó e hizo un trapo con ella, después la enjuagó frenéticamente en el baño hasta comprobar que la pintura estaba seca e impregnada a la tela y lo único que salía era un poco de mugre. Con su playera rota como arma -¿Quién diría que la moda podía ser tan agresiva?- empezó por limpiar el despertador, después apiló los libros, recogió los abrigos, guardó los zapatos, juntó los primeros diez capítulos de su novela y los esquemas de la animación, destendió la cama, la golpeo con las sábanas con el fin de sacudir el colchón y después metió las sábanas de una bolsa negra de basura. Arrojó los papeles al lado de su cama, pescó todas y cada una de las bolsitas de las tiendas de sus ex - frenéticas compras y las echó a la basura. Limpió su escritorio al percatarse que estaba repleto de ceniza de cigarro y se tumbó boca abajo en busca de cada una de las colillas de cigarro, encontró ocho. Y fueron seis los bolígrafos que encontró entre toda esa maraña, también recogió tres vasos desechables con agua en su interior y dos tazas de café, una vacía y otra con un asiento acaramelado con miles de millones de hormigas intentando obtener el alimento preciado para el invierno.
Leonard tomó la taza con hormigas y la echó al lavabo con el fin de ahogar a las hormigas –Mueran malditas, mueran- decía mientras sentía como al menos una quinta parte de las hormigas le subían por el brazo. Así con la otra mano se sacudió el hormigueo y terminó por mutilarlas.
Mientras tanto en el computador cantaba el grupo australiano Faker la canción “Huricane” y después Mylene Farmer “Je te rends ton amour”, al pasar el tiempo Vanessa Mae tocó “The storm”, Yann Tiersen “La Noyée”, Edit Piaf “Padam, padam”, Gotan Project “Una música brutal”, Muse “The time is running out”, Philip Glass “Runway Horses”, Katy Perry “One on the boys”, John Williams “Chiyo´s Prayer”, Madona “Vogue”, The Strokers “What Ever Happened”, Charles Trenet “Boum!”, The Cranberries “Promises”, Bethoven la “Obertura de Egmont”, Nora Jones “The story”, Alexandre Desplat “Cholera”, Queen “The show must go on”, A-Ha “Take on me”, Gang of four “Natural´s not in it”, bond “Homecoming”, The Beatles “Because” , Siouxie and the Banshees “Face to face”, Vivaldi “Concerto in G”, The ting tings “Great DJ”, A.R. Rahman “Liquid Dance” y La oreja de Van Gogh “La primera versió” (entre otras cosas más que Leonard no captó).
Y cuando la nueva vocalista del grupo español decía: “Ya hace un año que no estás, hace un año que yo pienso en ti, cada segundo en ti, cada suspiro en ti es un latido en mí, si no te tengo a ti para poder vivir, sólo en el silencioooo de los siglos dormiré feliz..”. Leonard se sintió muy cansado y le vino a la mente la disociación, que al parecer se había ocultado a sí mismo esa parte desquiciante de su personalidad, la que enloquecía cada cuanto no tenía nada más “creativo” en qué ocupar el tiempo. Así vino un nombre a sus labios: Petter. El nuevo chico de intercambio se llamaba Petter, el chico que había conocido en sus vacaciones se llamaba Petter ¿eran acaso el mismo Petter? Todo parecía terriblemente conveniente, ya sabría algo si el tal Petter estaba ahí, Edgard ya se lo habría dicho… pero últimamente Edgard no le dirigía la palabra muy a menudo, de hecho nadie lo hacía, el atisbo de ser el supuesto amante de Nick había manchado su reputación, ahora era lo que siempre había temido: El arribista descubierto y desdeñado por utilizar a sus coetáneos. Todo mundo lo hacía, sin embargo aún en el mundo del arte dicho conocimiento se maquillaba en pro de la hipocresía, y lo peor a un hipócrita era un hipócrita desenmascarado.
Leonard se sintió muy cansado, y mientras The Cranberries cantaban “Animal Instinct” profesando que los instintos animales nunca los habían hecho llorar, Leonard cayó en el llanto, ya no sabía si era aquella vida la que deseaba o requería para “ser feliz”, si era acaso un trecho, una mala recha de inspiración, exceso de trabajo y falta de energías para subsanarlo, la muerte de Dalí y las ganas que tenía el hombre de seguir viviendo mientras él había querido morirse cuando el profesor agonizaba, o quizá había sido Cecelia que le había llamado la semana pasada para pedirle disculpas por su reacción en el funeral, ahora deseaba ir a tomar un café con él ¿y qué le diría?, ¿de qué hablarían?, ¿por qué siempre deseaba decodificar cada acción humana?, Edgard lo evitaba y sus dos amigas estaban fuera de la ciudad, se sentía sólo y se estremeció ante la idea de que la situación posiblemente no cambiaría.
Se arrastró hasta el colchó y se tiró sobre él con su playera desgarrada en la mano. Al instante quedó dormido.

4 comentarios:

  1. Me parece que eres un snob prepotente

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  2. wow pues no sé qué decir... ¿snob por lo que escribo o cómo escribo? ¿o por cómo son mis personajes? Me gusta que comenten, en verdad, pero también me gustaría que fueran más explícitos en tales etiquetas. Saludos y gracias por pasar.

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  3. buena respuesta
    te leeré cuando tenga más tiempo
    gracias

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  4. Gracias Dante por pasar y dejar un comentario, y mil gracias también por considerar una lectura de mi trabajo, eso es siempre estimulante. Saludos.

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