domingo, 8 de agosto de 2010

The trick is to keep breathing

Eran tan estrechas las calles que comunicaban con su colegio que le daba un poco de vergüenza así fueran. Un lugar para duelos dentro del uso del cuerpo cual interfaz del cerebro, la magia de las extremidades y el contoneo de la carne y el hueso. Era vida, lo que se encontraba en la escuela se presumía inefable por su esencia pero disfrutable gracias a la pupila y el cuerpo. Sabía que estaba ahí, Florence entendía de ello, no bajo la aparente sensualidad del movimiento sino ante la evidente comparsa de la emoción. Era su catarsis, el momento de sublimar, crecer al desarrollar lo que más le gustaba: la danza
Tenía problemas con las definiciones, lo suyo ¿la danza o el baile?, ¿tributo o autosatisfacción? En eso se parecía a Jenny, su novia, la muchachilla que tocaba a Chopin sin piedad o discreción, aquella que no deseaba entender la propia interpretación del creador y el músico, sino la suya. La entendía cuando preguntaba: ¿Soy un músico? No existen a caso los designios para la mujer dentro de “la música” ¿es que somos como “las musas”? Bellas, atractivas, pero sólo un catalizador. Es como cuando se expone la determinación de la palabra “escritor” y “escritora”, ¿pero con los compositores es igual?, ¿”compositor” y “compositora”?, ¿músico y… música?, ¿“intérprete” como generalidad?

-¡Es que nos hacen lucir como un instrumento!- le había dicho Jenny- ellos son los músicos con todas las letras que compenetran a la palabra y su uso, mientras nosotras la pianista, la cellista, la violinista, no existe un ¡LAS MUSICAS!, nos toman como un proyecto incompleto, de creadoras tenemos el inicio mas no el final.
-Exageras, como en todo lo haces- contestó Florence antes de partir a su clase de danza.
-No lo hago, es evidente las generalidades del masculino en el lenguaje…
-No sé si llamarte de doble moral política, si es que eso existe- le interrumpió Florence- tú que eres tan bisexual y aparentemente feminista, sin darte cuenta que no dejas de comparar el poder con la masculinidad ¿cuándo va a cambiar tu percepción?, ¿cuándo la mujer será sinónimo de poder sin la necesidad de aplastar al hombre, equiparársele o demoler a la feminidad?
-De doble moral política, si como bien dices existe tal cosa, eres tú. Me imploras prácticamente que sea lesbiana para cumplir con los requisitos del feminismo, estos no son los años sesenta ni los setenta, es el siglo XXI, además ¿qué mayor disolución de la feminidad que el mismo lesbianismo lleno de machorras?
-¡¿Qué tan políticamente incorrecto puede ser tu comentario?!- Florence sacudió su cabeza acompasada con su voz, su hermoso cabello rojo incendió el aire- no yace más feminidad que en el amor por la misma, de ahí nace gran parte del lesbianismo.
-¿Quieres decir que si no fuera “femenina” no me querrías?
-Quiere decir que si no fueras bisexual no me interesarías- se remitió a contestar Florence.
-Nuestra relación no es cuestión de política, es de amor, lo que tanto profesas.
-¡Y tú no entiendes!
-¿De amor?- Jenny se notaba irritada, pero más bien era sarcástica con su forma de expresarse, incitaba a Florence a la histeria- quizá mi concepto no te ajusta.
- Quizá estoy tan llena de afecciones, eso te gustaría que aceptara ¿verdad?
-Yo no estoy hablando de ningún tipo de definición, ni social, sexual, política, personal…
-¡Ni siquiera emocional!- le gritó Florence dando media vuelta para alejarse torpemente de aquella mujer que tanto amaba pero que sin mayor recato parecía demostrarle día tras día no amarle tanto como ella.

Posiblemente me amo más a mí- pensaba Florence mientras se introducía en su pequeño vestidor para cambiarse de ropa- por lo mismo me irrita que yo cambiara tanto a su merced. No precisa que sea ahora lesbiana por ella, lo soy porque en verdad es lo que significa ser yo misma, pero salir del armario nunca ha sido fácil…

-¡La rusa te está esperando!- le gritaron desde el exterior del vestidor.
-En un momento salgo- contestó con la pregunta de si acaso su instructora, apodada “La rusa”, sabía de su homosexualidad. Florence no tenía ningún estereotipo adjudicado dentro de la sociedad homofóbica, esa gente le llamarían “una chica normal” aunque extremadamente bella, nadie pensaría que le gustaban las mujeres.
Al inicio pensaba que sólo era un gusto, nadie tiene que enterarse si te gustan los hombres o las mujeres, y mucho menos saber si tienes sexo con unos o con otros (que ella ya se había acostando con ambos sexos, pero a los hombres… pues definitivamente no) no obstante al paso del tiempo concretó que la homosexualidad es una cuestión que se debe hablar, pues ante una heterosexualidad predominante así como aparentemente “evidente”, se es necesario gritar a la cara “Soy lesbiana” o un “Me gustan las mujeres”, no era sencillo pero era cuestión de definición. Como mujer homosexual proveniente del aparente prototipo de belleza cuasi eurocentrista, requería marcar una línea evidente que le erigiera como mujer, lesbiana, bailarina, bella ¡sí!, estúpida para nada pero consciente de su propia identidad.
Se recogió el cabello y salió al encuentro con su instructora.
-Llegas tarde- dijo “la rusa” con aire autoritario y áspero. Le decían rusa por glacial, no existía gran anécdota dentro de aquella mujer, sólo que era impasible pues su instructora había sido rusa y ella adoptó gran parte de su manera de enseñar.
-Perdón, no se volverá a repetir- dijo Florence apenada no exactamente por esconder que había tardado gracias a una discusión con su novia, ni que en efecto fuera novia y no novio, sino más bien por no tener el coraje de salir del clóset dentro de su mismo ámbito que tanto amaba, casi nadie sabía.
-En efecto, no se repite. Después tengo clase con Armando, se encuentra más avanzado que tú. Apenas tienes cinco horas y llegas media hora tarde, inaceptable, ponte en posición, tenemos que calentar.
-Calentar- pensó Florence- una persona tan fría, risible que lo dijera tomando en cuenta su fama dentro de la exigencia y frialdad académica.
Tenía suerte, pues “la rusa” no practicaba con novatas y poco soportaba a las neófitas con las piernas, y más allá era estricta con lo clásico mientras en ese momento le ayudaba a cerrar su número alternativo donde bailaría “Drumming Song” de Florence and the machine, le parecía hermoso que la cantante se llamara como ella… o ella como la cantante.
-Te estás haciendo vieja Florence- la rusa hablaba tranquilamente, con una emoción gélida pero contenida, como si estuviera presenciando una violación pero no mostrara la menor intención de escándalo.
-Es…- Florence se calló a sí misma, no podía calentar con todos esos movimientos y al mismo momento hablar.
-El truco es respirar bien, no lo olvides. Llegaste aquí para que te entrenara y sigues sin poder respirar en su momento. No debes hacerlo como cuando corres o trotas, existen tiempos, cadencias.
Florence no podía contestar, pero aunque pudiera no debía hacerlo. Estaba consciente de su falta de condición física, la había perdido y más ahora que estaba saltando de fiesta en fiesta por insistencia de Jenny. Si algo lograba mantenerla activa era su pensamiento, se salía del cuerpo y entonces el organismo se ajustaba al exterior sin la necesidad de concretarlo todo dentro de un estado consciente. Era como desconectarse.
Y así mientras una parte de ella se estiraba en búsqueda del perfecto calentamiento, una más remota pensaba en la oportunidad que perdería si acaso volvía a llegar tarde.
-Seguramente le dará todo el tiempo a Armando para entrenarlo, no sé cómo logra llegar a tiempo- pensaba cuando la voz de su instructora la volvió a interrumpir.
-Eh visto más talento en la televisión nacional- bufó no sin cierta gracia.
A Florence le parecía injusto así como ilógico que Armando lograra todo lo que hasta la fecha tenía. Él era un gay bastante expuesto que bailaba al son del clasicismo y lo clasicista, sabía que no tenía novio, pero si conocía a alguien que fuera promiscuo bien podía ser él; un chico fácilmente identificable con cualquier personaje made in “Queer as folk” de la serie norteamericana, y con todo eso bailaba excepcionalmente bien, llegaba a sus lecciones a tiempo, era un gay declarado y eso no le afectaba en lo más mínimo pues “la mayoría de los bailarines son homosexuales”, se comentó en una reunión social de bailarines. Las chicas siempre cuchicheaban entre ellas compartiendo opiniones de la línea de tal o cual chica.
-¿Pero qué pensarían de una lesbiana?-preguntó Florence aquella vez en la reunión.
-Sería un poco desagradable saber que te están viendo mientras te cambias, ¿no te molestaría saber que alguien te ve en el vestidor general?- comentó una de ellas.
-Pues honestamente no, es cuestión de ética social y laboral, el que alguien sea homosexual no implica que opte por el acoso sexual dentro de un vestidor.
-Una nunca sabe- hablo otra- una cosa es con los chicos, que sean gay los convierte en uno de nosotras pero con algo colgante, el punto es que la percepción es distinta.
-Quizá no tendría que escandalizarnos si nos desnudamos frente a un hombre o una mujer, son compañeros de escuela, quizá hasta estemos en el mismo ballet o practiquemos en una compañía alternativa- dijo Florence y se odió por ir a medias tintas, era como decir “la amiga de una amiga es lesbiana y la discrimina su grupo estudiantil”
-El ballet es enteramente femenino, no se hizo para lesbianas-culminó una tercera.

-Florence, no estás concentrada- exclamó un poco impaciente la rusa.
-Eso intento- se encontraba tirada en el suelo. Por un momento su cabeza le jugó un mal pensamiento viniéndole a la mente esa oración donde “el ballet es enteramente femenino, no se hizo para lesbianas”, pero ¿qué clase de retrógrada decía eso?, se preguntó aquella noche en la juntilla social, después supo que esa retrógrada era una de las mejores bailarinas del lugar.
-¿Cómo pretendes dominar ambas ramas de lo clásico y lo alternativo si no te concentras? Ya hablamos de las libertades que se convierten en condicionantes con una canción como la que elegiste, “Drumming Song” contiene un estilo que no me encanta pero lo puedes hacer bien, sólo no te confíes en que lucirás como protagonista de un videoclip.
Era verdad, Florence adoraba su vestuario para la competencia, se parecía mucho al de la Florence del video: un vestido muy entallado con una máscara negra y velos que iban de la cintura a las muñecas, todo un espectáculo; le costó en su momento convencer a la rusa para que accediera ante todo ese “efectismo pagano”, según sus propias palabras.
-Lo siento, lo volveré a intentar- se excusó Florence con un tono humilde y sutil, debía lograrlo, si ganaba el certamen podría decir “Y lo ganó una lesbiana”, entendía el dramatismo que conllevaba tal acto, llegar y recibir el reconocimiento a nivel nacional sólo para dar la gran frase de “Soy lesbiana”, después acotaría el tema sobre la discriminación que se lleva a cabo dentro de tal medio, el arquetipo que se ha venido manejando entorno a la figura de la bailarina y el pensamiento política y artísticamente incorrecto que tienen la mayoría de las colegas, ella era homosexual y no le hacía menos capaz de soportar un régimen educativo, alguna norma y mucho menos carecía de ética, eran unas estúpidas retrógradas.
-No lo sientas, cambia. Más vale que hagas algo más que intentarlo- volvió a hablar la rusa con su acostumbrado tono glacial, el cual significaba que apreciaba, después de todo, el interés de su pupila.
Inició la canción, se escuchaban los primeros tamborileos y la voz de la cantante decir: There's a drumming noise inside my head, that starts when you're around, I swear that you could hear it, It makes such an all mighty sound, there's a drumming noise inside my head, that throws me to the ground, I swear that you should hear it, It makes such an all mighty sound…


Louder than sirens
Louder than bells
Sweeter than heaven
And hotter than hell

I run to a tower , where the church bells chime, I hope that they , would clear my mind, they left a ringing, in my ear, but that drum's still beating , loud and clear

Louder than sirens
Louder than bells
Sweeter than heaven
And hotter than hell

Cuando el coro se volvió a repetir entre el tamborileo, la rusa detuvo la música.
-Es que no lo sientes- suspiró con indignación- la mujer está diciendo que escucha un tamborileo en la cabeza cuando cierta persona que supongo ama, desea, le excita o quizá odia, se acerca, empieza a escuchar un bendito tamborileado que es más fuerte que las sirenas, las campanas, más dulce que el cielo y caliente que el infierno, ¡el maldito infierno!- justo en la última oración la rusa parecía tocada por alguna clase de ardiente furia- ya te he dicho que analices la canción e intentes canalizar la intención de la misma, de ahí nace una parte de la danza alternativa e interpretativa. Te aseveré que hicieras un símil, ¿es acaso que nunca has amado?, ¿deseado, te has excitado, sentido asfixiada por la presencia de alguien que te hace explotar el pensamiento?, ¡mínimo odiado a alguien!, entiendo que seas joven pero me debes proyectar algún sentimiento en el baile. Si no puedes con el inicio que es mera introducción ¿qué me presentarás cuando la canción llegue al clímax donde la mujer se desgarra cada vez más y más por el tamborileo que tiene en la cabeza?- la rusa guardó silencio con una sola ceja alterada en su rostro- ¡contesta!, ahora sí puedes hablar, igual tu respiración es un desastre.
-Es…- efectivamente su respiración era un desastre. Ya se había caído infinidad de veces en toda la clase y no podía siquiera seguir respirando, su pensamiento se había fugado y empezó a considerar que hacer el símil con Jenny no era buena idea. Jenny no le hacía tamborilear la cabeza, no creía que lo que despertaba en ella fuera algo tan fuerte como la dulzura del cielo.
-¿Es?- dijo tranquilamente la rusa.
-No tengo emoción más fuerte que mi propia frustración.
-Pues ocupa eso, dame algo aunque sea visceral, te lo he pedido por semanas.
¿Cómo podría darle algo visceral cuando su frustración provenía del miedo y el rechazo por su homosexualidad dentro de un grupo de viejas homofóbicas?
-Aún no termina. Oh, lo siento- dijo un muchacho delgado y estilizado de tez blanca, cabello oscuro y rizado, era Armando.
-Aún me quedan quince minutos con Florence- la rusa pestañeó, pero dentro de su aparente desinterés se detuvo antes de correr a Armando al apreciar que Florence se alteraba ante su presencia, le ponía un poco inquieta, quizá molesta, quizá le odiaba, quizá le amaba, posiblemente le envidiaba, así que decidió que se quedara para así estimular a su pupila. Una táctica muy sucia, se reprendió, aunque necesaria- puedes quedarte Armando, quizá aprendas algo.
Florence no pudo contener su furia, aún así no debía decir nada, sólo pensó que cuando conoció al tal Armando ella era una culta estudiante de arte y él un bobo de idiomas que usaba unos horribles pantalones capri entalladísimos color café, tenía el cabello decolorado, un rubio que denotaba las deficiencias del estilista que terminaba por acentuar lo maltratado de sus rizos, eso y que era extremadamente afeminado- Y hablaba como nena- se dijo para sí misma mientras se ponía en posición. Todo le parecía tan injusto. Efectivamente Armando ya no era el tipo de los capri y que su habilidad para el baile era más intensa que un brinca charcos, ahora era un gay muy masculino, tenía unos rizos que bien acompañaban a la música con gran candor; hablaba con elegancia algo seductora, de voz aterciopelada y vestía con mucho más elegancia, por no decir “caro”. Y ella… ella… una mujer que se concentraba en respirar bien.
-A mi señal Florence- habló la rusa, después hizo la señal y de “Drumming Song” empezó a tocar.
Florence logró un magnífico clímax al minuto tres con siete segundos de la canción. La rusa estaba contenta y orgullosa de su hazaña, había logrado que su alumna tuviera la liviandad de una bailarina con toda la pesadez que representaba la interpretación personal de una canción. Armando abrió recatadamente los ojos cuando su compañera (y principal competidora dentro de la academia) daba un salto enorme, cayendo con tanta gracia como seguridad y ligereza, no parecía estar sintiendo la dulzura del cielo, más bien todo el calor del infierno… era bello pero aterrador, cualquier cosa que le inspirara a Florence podía destrozarla a ella o a cualquiera que deseara.
-Es todo por hoy- dijo la rusa. Era una frase que le fascinaba proferir con tanta displicencia, una muy fingida.

3 comentarios:

  1. Una pregunta: La historia continúa, hay personajes nuevos o es una nueva historia?
    Por todo lo que me pasó, me perdí un montón, por eso te pregunto. Gracias.

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  2. Hola Stan, gracias por pasar!!! qué gusto. Super lo de tu blog, es una pena, yo pensé que lo habías dejado encargado o algo así por tus vacaciones, pero veo que con tu nuevo blog traes muy buena actitud. Felicidades!!!
    Pues te explico rápidamente. Le di un cambio muy ligero al blog, dejé de lado a Leonard para dedicarme a los personajes secundarios, así que la historia continua, tengo personajes nuevos con sus propias historias (que se entrelazan) espero te agraden. Leonard regresará después de unos meses para el último áño en la escuela de Arte. Saluods y un abrazo.

    Hola "J"... pues no sé qué decir, sólo recomiendo que si mis escritos no te agradan lo mejor será dejar de frecuentarlos. Saludos

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