miércoles, 4 de agosto de 2010

Night Work

Las bandejas con aperitivos y bebidas giraban en torno a la canción “Heads Will Roll” en conjunción con un mix bastante interesante que ponía en juego las canciones “Rich”, “Pin” y “Tick” de los Yeah, yeah, yeahs. Cualquiera pensaría que al ser una fiesta snob de una chica aburguesada la música tendría que variar entre Mozart, Chopin y Beethoven, y aunque a momentos se apreciaba música clásica, era más en una tónica de crossover clásico.
Los meseros se notaban poco animados, usar un pantalón negro entallado así como una camisa blanca translucida que no era sinónimo de comodidad, pero así se les solicitó asistieran, hasta les mandaron a comprar el “uniforme” a su medida, la mayoría de ellos eran gay, y cierto ámbito no era muy estable tomando en cuenta las reglas de jotería con los meseros.
Trish terminaba de entrar en su apretadísimo pantalón. Era delgado, pero no lo suficiente como otros de sus amigos, se sentía algo ridículo, no podía ufanarse de tener el buen físico que varios de ahí ostentaban.
La verdad era que necesitaba el dinero, y le habían comentado que aquella agencia era famosa por el uso de jóvenes atractivos y en su mayoría homosexuales. El punto era pasear las bandejas, dar de comer y beber, en ocasiones hasta en la boca, y si el mesero se prestaba… pues podía hacer lo que una geisha cuando le proponen ir más allá de lo visual así como lo recatado.
-Es como en las películas porno gay. Una vez vi una donde los hombres se iban al baño y bueno, tú sabes… -le decía Berth a Trish, un joven muy delgado que se podía considerar un bobo ignorante sin mayor propósito que el de tomar oxígeno y sacar dióxido de carbono.
-Me lo imagino, pero yo no estoy aquí para dejarme tocar por alguien de “mayor dinero”, eso es prostitución.
-¿Y tú nunca lo has hecho? Yo un par de veces, en alguna ocasión me puse en una esquina, todito vestido de mujerzuela, esas de peluca morada. Se me acercó un tipo en un coche, muy mono el coche y el tipo también, todo como en una película porno pero hetero, bueno, fue hasta que le dije: Nene, no soy nena, soy nene, entonces me contestó que eso es lo que buscaba, fue ahí donde se tornó como una película porno gay.
-Claro- suspiró Trish al abotonarse la camisa blanca. No lo entendía, sabía que la anfitriona era lesbiana o al menos se hacía llamar bisexual, sin embargo al tomar su primer bandeja y salir a la habitación principal, se pudo percatar que la mayoría eran jotonas amigas de una mujer aburguesada que se creía de mente abierta.
Sólo podía repetirse en la cabeza que estaba ahí para ganar dinero, cuestión de sobrevivencia pura.
-No esperaba verte aquí y mucho menos vestido así- dijo la voz que menos le habría gustado escuchar a Trish, una que sabía se estaría burlando de él por el resto de la noche.
-Pues yo tampoco te esperaba aquí Edgard, aunque la verdad cuando entré al salón me di cuenta que muchos de los homosexuales que se creen sofisticados estarían presentes.
-El problema de Jenny es que dejó de lado sus precauciones para no mezclar a las personas. Mira, allá está Armand y se deduce estaría presente Richard, pero ya sabes que es un homofóbico.
-No me interesa nadie que esté o no presente. Si te diste cuenta estoy aquí para servir los tragos.
-¿Es verdad lo que dicen?, ¿Qué si deseas a un mesero te lo puedes llevar con un módico precio?
-Por más cierto que sea eso, no estoy a la venta.
-Pero tu amigo Leonard lo estuvo.
-Fue tu amigo antes que mío, pero no me gustaría estar con gente que se acuesta con los novios de sus amigos.
-Leo se lo buscó, después me retiró la palabra y ahora es lo más descortés y hostil que le es posible. Ahora está en su internado ¿cierto?
-Ed, no quiero hablar de Leonard. Es un gran chico, si tienes algo que decir, tendrás que hablarle de frente.
-Él me evita y no desea verme, en la última exposición fue muy cortante.
-¿Qué esperabas, una adulación después de lo que pasó con Orlando? Leonard sólo deseaba una llamada, que le llamaras tú u Orlando para explicar todo.
-Él huyó
-Y yo también. Me retiro, tengo bebidas que dar.
-Primero dame una a mí.

Y ahí mientras los Scissor Sisters tocaban “Night Work”, Trish repartía bebidas, atendía el llamado de ebrios despechados, unos muy felices, otros amargados, el resto se bamboleaba al son de la música, prácticamente el nuevo disco de los Scissor inspiraba toda la velada. La pista de baile estaba llena, el tercer piso de la lujosa casa de Jenny vibraba con todo el candor que la homosexual se podía permitir. Ella llevaba su estilo “Ana Matronic”, vocalista de los Scissor Sisters, se había pintado el cabello de un color castaño rojizo enchinándolo hasta la saciedad, usaba un vestido amplio de estampados con tantos colores como la bandera gay, enormes pestañas negras y hermosos brazaletes morados en sus muñecas, coronando su estilo con anillos dorados y unas sandalias del mismo color. A pesar de ser una cuestión algo sobrecargada, en su total esencia resplandecía sin ser ostentosa.
-Creerías que es lesbiana… ¿o sí?, ¿tú qué piensas de ella?- le dijo una mujer gloriosamente hermosa, pelirroja natural de tez muy blanca, vestía un esmoquin de hombre de corte femenino en el pantalón, quizá el único defecto que se le podía apreciar a la mujer era una facción algo varonil en la quijada, pero eso le convertía en una rareza dentro de toda su feminidad algo andrógina.
-Que es la que me paga y no puedo opinar.
-Te he estado observando. Parece que no te diviertes mucho en la fiesta.
-Pues claro que no, estoy trabajando.
-Pero el punto de tu agencia es que hasta los modelos se divierten. No te había visto antes. Siempre le digo a Jenny que los contrate a ustedes, conozco a casi todos.
-¿Conoces a Berth?
-¿A ese pedazo de carne con pene? En ocasiones desearía no conocerlo.
-Es gracioso, con sus reservas.
-¿Sabes de dónde proviene toda el asunto de tu empresa en nuestra querida capital?- la mujer no esperó a que Trish respondiera- claro que no, sino ya estarías repagándote a un cliente. Pues mira que el dueño es un tal Fidel que vino del otro continente, donde la gente era tan aburguesada como de doble moral en las altas esferas sociales. Él es un arribista como muchos de los que se encuentran aquí. Trabajó como mesero muchos años y se percató que la mayoría de sus colegas eran homosexuales que se iban a los baños con los invitados para meterse unas buenas líneas de coca y después dejar que se las mamaran por un buen precio, así obtienen coca y sexo al mismo tiempo. Pensó que sería un buen negocio en la actualidad.
-Pues me sorprende, no sé cómo alguien podría mamármela con éste pantalón entallado de mierda.
-Ahí está el punto, tienes los pantalones muy apretados ¿sabes lo que necesitas? Esnifar un poco de cocaína. Ven.
Y ahí en el baño con “Harder You Get” de los Scissor Sisters, Trish se metía sus líneas de la belleza por primera vez en prácticamente dos años. Ya la había probado, pero no era del todo de su agrado, sin embargo, al estar en una fiesta tan espantosa prefirió acceder ante la oferta de su querida compañera.
-Me llamo Florence y soy la novia de Jenny- ambos ya estaban algo colocados- y me fastidia que la vieja esa sea una bisexual de mierda. No tolero que se bese con hombres cada vez que salgo de viaje… no viajo mucho, sólo que no estudio en la capital como todos sus amiguitos que le rodean. Soy un espíritu libre y me gusta estudiar lejos. Bueno, honestamente hasta hace poco yo también me consideraba bisexual, me sacó del clóset como si fuera un juguetito que se extrae de la caja de plástico, juega a las barbies con mi cuerpo, me decía que seguro era una lesbiana reprimida y después, me salió lo lesbiana sin lo reprimida, pero qué cosas digo… ¡y su puto estilo de Ana Matronic!
-Pues sí tiene algo de puto su estilo- Trish estaba un poco más ido que Florence, todo le daba gracia- digo… todos los Scissor son putones de mierda ¿no? Y la Matronic… ¿es lesbiana?
-Ya entiendes el punto, ¿cuál es su interés por lucir como cabaretera hetero metida entre pura jotona? Quiere agradarles y que todos la amen aunque sea una histérica por no poder tocar a Chopin con toda la elegancia, está algo loca, es bipolar.
-¡O tripolar! Estúpidos bisexuales, yo salí con uno hace mucho, de vez en cuando me llama para tener sexo y pues yo le doy todo lo que quiere, es fácil, tomando en cuenta que no he tenido éxito con algunos pretendientes. Un amigo siempre está coqueteándome, se llama Leonard, pero él no entiende que no me gusta… es lindo, pero ya. Se prostituía y drogaba hasta morir, se cortaba el brazo, todo un drama, quería sentirse Shirley Manson cuando era niña.
Los dos se empezaron a destartalar de la risa. Trish no podía dejar de imaginar a Leonard con cabello rojo, lleno de pecas, transparente y diciendo: Me gustaría tener una lluvia dorada de Tom Cruise.
-Quisiera que la mujer no me diera tantas redadas, ¿sabes? Más honesta, sin tanto drama, me sale, “me acosté con una mujer”, “me acosté con un hombre”… “sólo le di una mamada, a la otra le lamí el coño”, “salí con mis amigas, me embriagué y pasaron un par de cosas, pero ¿quién diría? Se decían heterosexuales”, cosas así, cosas que yo no hago porque la amo, también porque antes era medio hetero, medio bisexual, medio todo, pero ahora soy lesbiana, eso de la identidad cuesta, no es tanto como ser hipersexual, es un asunto de inteligencia y erguirse… y…
De repente se abrió la puerta del baño.
-Aquí estás querida- dijo Jenny coqueteando con sus rizos exagerados- pero si quiero bailar “Sex and Violence” contigo, vamos, deja a tu amiguito, seguro se las podrá resolver él solo.

Ya afuera Trish retomó la bandeja no con mucha facilidad, se dedicó más al servicio de segunda mano, donde después de repartir los tragos, los hombres le dejaban buena propina en el pantalón entallado; se sentó a platicar con un par de invitados, besuqueó con tres más y dejado tocar por otros cuatro. Sentía poder hacerlo todo al momento. Creía las cargas se desvanecían, no le preocupaba el no poder regresar a la escuela, tener que trabajar como loco un año, establecerse en la capital de agregado con unos primos.
-Vivo con unos primos que son arquitectos, bueno, uno es médico… ¿qué digo? Bueno, es que son aburridos y muy estudiosos- decía Trish a las cinco de la madrugada. La mayoría de los invitados estaban algo desvanecidos en los sillones y el piso, mientras el resto bailaba otra vez “Invisible Life” por petición de Jenny.
-Pero tú eres inteligente ¿no Trish?- le contestó Armand
-Definitivamente no lo sé, no me importa diagnosticar eso.
-¿Ya te diviertes?- Florence se sentó al lado de Trish.
-Mucho- Trish no sólo estaba drogado, sino también muy ebrio- eso y gané mucho más dinero que estando en mis cinco sentidos.
-Yo estoy más tranquila con Jenny, me dijo que no se iba a tirar a nadie que no fuera yo por un rato. Tenemos una relación libre.
-Una relación libre es lo que mató a mi amante más íntimo- dijo Edgard sentándose al lado de Armand.
-¿Qué le dio?- preguntó algo escandalizada Florence.
-Sida.
-¿Cómo es que te viniste a salvar Ed? Tanto bien qué harías estando muerto- Trish no creía tener gran control sobre su lengua.
-Pues no lo sabes, claro que lo tengo, me tiré a Leonard y él se metió contigo, así que seguro estás infectado- Edgard meneó la cabeza con tanta soltura y malicia que realmente aterró un poco a la falta de estabilidad en Trish.
-Muy gracioso- Armand no dejaba de reír- pero qué hilarante eres Edgard. Ni te creas Trish, a éste tipo me lo tiro a cada rato y mi último examen de VIH resultó negativo, de eso la semana pasada, además, conozco a Ed, no podría estar tan tranquilo. Una vez fui a una fiesta de “sexo seguro”- Armand parecía tan contento contando sus anécdotas de perdición- y bueno, tenías que ir desnudo y todo lo demás, una fiesta donde los condones se daban a borbotones en las vitrinas, eso sí, debías llevar tu propio lubricante, lo que era muy incómodo porque lo debías meter en tus calcetas- volvió a reír- pero lo mejor no fue el número de hombres con los que me acosté, sino que contrataron a un tipo delgaducho para ir corriendo de un lado a otro dentro de la estancia y gritaba “¡Cuidado con el sida!”
Florence empezó a reír estrepitosamente, Trish se reía de todo sin mayor interés, mientras Edgard se mantenía serio.
-Sí, sí, chicos, todos pensamos que estaba algo drogado pero después nos explicaron que era su forma de prevenirnos, un tipo desnudo con el pene del tamaño de una colilla de cigarro gritando “¡Cuidado con el sida!”, hilarante pero no tanto cuando estás teniendo un orgasmo, era más para meterte miedo.
-Pues deberías tenerlo, la gente se muere por eso- dijo Edgard y después se fue muy enfadado.
-¿Y qué le pasa a ese?- preguntó Florence y una vez más no dejó que le contestaran- ustedes dos hacen una bonita pareja, deberían salir a tomar aire fresco o algo así… o quizá no tan fresco pero sí más íntimo- guiñó el ojo mientras se dirigía a Jenny, quién se veía estable y sin un rizo fuera de lugar- voy con mi mujer, al menos me agrada ser la lesbiana más completa de las dos.
-Suerte- dijo Armand para después dirigirse a Trish- ¿nos vamos? Tengo departamento aquí en la capital, lo digo para no molestar a tus aburridísimos primos.
-Tengo que terminar la fiesta, me contrataron hasta las ocho de la mañana.
-Soy amigo de Jenny y tú de Florence, nada va a pasar, vamos, la noche se acaba, podemos aún gozar lo que queda y después dormir todo el día.
-Más te vale que valga la pena- Trish seguía risueño dentro de su aspecto enfiestado. ¿Pasaría?, ¿algún día pescaría sida?, ¿hasta el indestructible Edgard le tenía miedo, él que se sabía todos los métodos anticonceptivos y formas de protección? Sin embargo no era momento para ponerse moralino, deseaba estar con Armand.

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