jueves, 6 de agosto de 2009

Y ¿cuál es tu tipo? ¿Los borderline?

-No más depresiones- se dijo Leonard cuando entraba a su cuarto de hotel muy bien ornamentado, no esperaba tener mucho ajetreo, compartiría la habitación con tres primos más quienes eran enteramente educados, bien perfumados más no estilizados, todos y cada uno de ellos comprometidos con novias que conservaban desde hacía más de dos años, uno ya iba a cumplir los cuatro años con la misma mujer. Sus primos era de sus misa edad, bueno, un año menos un año más, lo que le llevaban a circular entre los diecinueve y veintitrés años. No esperaba alboroto de su parte, además, todos se notaban sumamente respetuosos con él, se olían que algo andaba mal, pero Leonard consideraba que tenía que dejar el mal en casa, en la universidad, en las ciudades que visitaba con todo su glamur y su elitismo mundano, estaba ahí… para ver rocas.
El lugar que visitaba era famoso por sus sitios arqueológicos, grandes construcciones hechas por grandes antepasados y llena de turistas cuya piel era blanca color leche, blanca color transparente y amarilla… pero estoy a punto de ser blanca ictérica. Leonard no encajaba en esa descripción, él era de tez ligeramente clara, pero nadie diría que era blanca desde ninguna perspectiva. Además, él hablaba un perfecto español (o uno que entendía la mayoría de los lugareños) mientras los demás “blancos” hablaban inglés, francés, alemán, ¿escuchó algún ruso por ahí, era eso o un ladrido?
Se había ido con un par de tíos, tías y primos, nada de padres o de su hermana Carlota, mejor así. El problema era que sus primos, aunque intento de recatados, no dejaban de ver el trasero de las turistas, si eran güerotas o güeritas, o si quizá eran un daño a la pupila. Leonard no podía reprenderlos ¿no era él una de las personas más cínicas y criticonas que de hecho él mismo conocía? –Pero en qué mal concepto me tengo- la verdad es que las turistas no le interesaban, le parecían insípidas, bonitas pero de belleza sobada, donde lo “bonito” es “aburrido”, las lugareñas tenían más intención en sus rostros y en sus gestos, pero aún así él no sabía cuál era su tipo de mujer ¿qué le había gustado de Cecelia? –Me manipulaba, maltrataba y ofendía, siempre decía que tenía que ser más culto y leer más, ¿mi tipo de mujer es la agresiva? No, Cecelia es, fue y será una mosquita muerta, eso, o yo soy, fui y seré un hombre ardido.
Como primera actividad asistirían al “Gran evento cultural” que nadie debía perderse, todos los turistas asistían al evento, era en una de las grandes plazas del centro y todos se aglomeraban para ver absolutamente nada. Eran mujeres y hombres bailando al unísono alguna canción regional con sus trajes regionales y sus caras regionales –Me pregunto si yo tengo algo de regional- murmuraba Leonard mientras un chico extremadamente delgado, moreno (sin ser blanco, sin ser negro, sin ser regional) y con una nariz algo prominente le dirigió la palabra.

-Ves algo desde aquí- el chico se estiraba una y otra vez para poder ver… lo que fuera.
-Nada, pero la verdad no me importa.
-¿Entonces qué hace aquí?
-Huyendo- ¡diablos!, ahí estaba otra vez la sinceridad nada sincera, que dice lo que no debiera ser dicho y sobre todo, que quiere llamar la atención de un extraño con el simple hecho de platicar, porque no encontraba nada más qué hacer- ¿Tienes fuego, encendedor, cerillos?- Leonard deseaba fumar un buen cigarro, tenía mucho que no lo hacía, y como su familia no sabía que fumaba había esperado el momento indicado para zamparse uno, el problema era que no tenía cómo encenderlo.
-No, no fumo, hace tiempo lo hice con el simple hecho de que mi madre dejara de hacerlo.
-Suena muy pedagógico el asunto, ¿dejó de hacerlo?
-Claro, cuando me arriesgo por algo así, lo hago porque sé que ganaré.
-Suena muy honesto aunque ególatra de tu parte.
-¿Por qué la gente cree que el ego es malo?
-No lo sé ¿Por qué se sienten agredidos?
-Te agredí, lo siento, no era mi intención. Por cierto, soy Petter.
-Yo Leonard, y no me ofendiste en absoluto.
-Es un fraude, no veré nada. ¿Vienes solo?
-No, mi familia está por allá, la familia que no sabe que fumo.
-¡Ah!, por eso la urgencia del fuego, por un momento pensé que me coqueteabas.
-No eres mi tipo.
-¿Y cuál es tu tipo?
-De las que usan falda.
-¿Te gustan las locas?
Leonard echó a reír.
-No, me refiero a las mujeres, las mujeres son mi tipo.
-Ah, pues es una pena.
-Tampoco soy tu tipo, créeme.
-Ni siquiera me conoces, ni te conozco.
-Lo sé, soy sarcástico, es lo mejor que hago.
-Es un método de protección, todas las personas tienen uno para protegerse- Petter se alejó un poco de la multitud y Leonard lo siguió.
-¿Y cuál es el tuyo?
-La disociación, eso y finjo que nada me hace daño.
-Mira nada más- dijo Leonard con completo toque de sarcasmo- pero tienes el cinismo de venir y decirlo, no eres como esas personas que viven en su fantasía, las que se engañan incluso a sí mismas…
-No, yo vivo al borderline.
-No es bueno ir diciendo que tienes un trastorno de personalidad estilo Winona Ryder en “Inocencia interrumpida”.
-¡Ah!, pero es mi película favorita, ¿y la tuya?
-“Las Horas”
-¡Ah!- dijo Petter y después suspiró con gran ahincó- un suicida deprimido por naturaleza, dime ¿siempre estás melancólico?
-No- dijo Leonard a la defensiva- no siempre.
-Ya, seguro eres piscis, los piscis son melancólicos.
Leonard no podía creer que se topara en medio de la nada a otro de esos chicos que creían tener todas las respuestas sobre alguien que apenas conocían, pero por un cono y un moño, o sea coño, piscis era su signo.
-Sí, soy piscis pero no creo en eso.
-No tienes que creer para que sea verdad.
-Sí, claro- sarcasmo y más sarcasmo en la voz de Leonard.
-¿Quieres ir por un encendedor a la farmacia?
-No, tengo que ir con mi familia, fumado o sin fumar.
-Bueno, luego nos vemos. Adiós.

¿Luego nos vemos? ¿Acaso los eventos culturales y las ruinas prehispánicas eran tan pequeñas que se lo volvería a encontrar? –No, por favor, no- se sorprendió diciendo Leonard.

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