jueves, 17 de febrero de 2011

Desayuno francés

Leonard despertó a las siete de la noche en su cama. Estaba sólo y se sintió ligeramente triste porque él no estaba ahí. Hacía cinco horas que lo había dejado en su departamento después de haber pasado la noche juntos y casi toda la mañana abrazados. Jean-Paul era su nombre. Un chico francés de su edad que quizá no se asemejaba mucho a los estándares estéticos del eurocentrismo, sin embargo, el punto aquí se refería a que Jean-Paul era diferente.
Mitad francés y mitad español, más orgulloso de su parte francesa, el chico estudiaba derecho, era ávido en la manipulación de la ley, los libros y los hombres. No podía negarse, la primera vez que Leonard lo vio pensó que era un francés poco agraciado, sin embargo cuando empezó a hablar con él se dio cuenta que era muy culto y bastante inteligente. No le importó que estuviera ligeramente pasado de peso o que su estilo no fuera el más indicado para vestir, lo único que le intrigaba se refería a si Jean-Paul era gay.


Leonard compartía su departamento con un par de chicas, una de ellas era francesa de nombre Chloe, su amigo era Jean-Paul. Desde la primera noche en que fueron presentados Leonard se percató que a Jean-Paul no le agrada, sencillamente porque era latino, un chico de tercer mundo y seguramente una persona bastante ignorante. Al platicar juntos ambos chicos se quitaron un par de prejuicios, aunque eso no significaba mucho. Todo se relajó cuando Leonard asistió a una fiesta en el departamento de Jean-Paul, y después, algo ebrios los dos, se acostaron.
Fue una noche bastante activa, y de alguna manera, la mañana fue aún mejor.
-¿Te molesta si fumo?- dijo Jean-Paul con un español poco elaborado pero entendible.
-No hay problema- contestó Leonard. La verdad es que sí lo había, pero estaba demasiado encantado con la compañía del chico francés que poco le importó.
-¿Te gustaría desayunar? Quiero café… necesito café- el chico francés no sólo era algo adicto a la nicotina, sino también a la cafeína, igual que Leonard.
-Me conformo con desayunarte a ti- Leonard se sonrió y después no pararon de besarse. Disfrutaba mucho el estar entrelazado con Jean-Paul. Le daba una calma que no había experimentado en meses.
Esa mañana, abrazados los dos, hablaron de Simone de Beauvoir, Moliere, Napoleón, Luis XIV, madame de Pompadour, de que los franceses no querían mucho a María Antonieta porque igual no era francesa, de Voltaire, de Goethe, Enrique II de Francia, de la dinastía Tudor, de muchos temas de forma somera, de los poetas que conocían y les agradaban, de la música, de Mylene Farmer y que de alguna manera bastante bizarra Jean-Paul amaba a Madona y Lady Gaga. Empezaron a construir el día los dos juntos.
-He vivido mucho tiempo en París, no soy de ahí pero tengo muchos amigos en París… te gustaría ir, bueno, más porque estudias arte.
-¿Te gustaría ir conmigo?
-Sí, podemos ir los dos juntos a París, conozco la ciudad muy bien. Cuando conoces París ya nada es igual, todas las demás ciudades son malas. Esta ciudad es mala.
-A mí me gusta mucho esta ciudad- si supiera, pensó Leonard, cómo son las ciudades de donde yo vengo.
-Ya verás París- Jean-Paul lo rodeó y lo besó hasta la saciedad.
Desde hacía tanto tiempo que Leonard no se sentía tan tranquilo y feliz al lado de un hombre. No quería soltarlo, temía que si lo dejaba en ese momento, entonces el chico francés se iría y desaparecería como todas sus anteriores conquistas sexuales. Pero él lo sabía, Leonard lo sentía, esta no era una típica conquista sexual. Sí, el sexo había sido estupendo, quizá esperaba mayor experiencia en el chico, pero la culpa la tenía Leonard por haber compartido la cama con tantos hombres mayores.

Cuando Leonard se levantó el encantó se rompió. Jean-Paul siguió fumando y le ignoró fríamente, después de terminar su cigarro le dijo:
-Tengo que ir a comprar más cigarros.
-Claro… quiero bañarme, después creo que me voy.
-Como quieras- dijo Jean-Paul sin mayor sentimiento, no con indiferencia o desagrado, tampoco con ganas de retener a Leonard, sencillamente era un amplio “como quieras” en todo el sentido de la expresión.

-Como quieras- bufó Leonard en su habitación algo cabizbajo porque se había dicho que no estaba dispuesto a querer o interesarse en nadie una vez que estuviera en Europa, pero ahí estaba Jean-Paul y no veía la hora de volver a estar con él.

2 comentarios:

  1. Oh la-la

    Este, normalmente no se que decir cuando leo tus entradas, está nomas es para dejar constancia de que sigo aquí :)

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  2. oh lala jajajajaja Yeni, estoy aprendiendo tantas cosas de la cultura de Francia que no se lee en los libros, estoy feliz por eso!

    Gracias por estar aquí! Un beso ENORME, gracias más por comentar! =D

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Lalalea aquí