jueves, 9 de septiembre de 2010

Los protagonistas de su propia película

Carrie Bradshaw dijo alguna vez, citando a Lennon, que la vida es aquello que sucede mientras estás demasiado ocupado haciendo planes, por eso cuando Leonard recibió una llamada de Orlando para tomar un café, no pudo negarse, era la vida que regresaba, y aunque tenía montes enteros de tarea, prefería ignorarla para platicar al fin con aquel único chico de quién se había enamorado. Tiempo pasado, en la actualidad no tenía entendido ni qué sentía, lo único que deseaba era salir.
Estaba a un par de calles del establecimiento donde había quedado de verse con Orlando. Corrió un poco desesperado, iba tarde y detestaba dejar a las personas esperando. Tenía su cabello extremadamente esponjado con el viento azuzándole la existencia. Entallado en el único pantalón Astral Freaks en el que cabía (subió tres kilos en el internado) así como su más holgada playera blanca de cuello en V de la misma marca, escuchaba en su iPod “Mr. Brightside” de The Killers. Recordó el texto de su crítico favorito sobre aquella canción: “Al pobre de Flowers le han venido a meter una voz de corneta. Es una canción muy bailable, lo cual no es del todo algo malo”. Ese mismo hombre comentó en alguno de sus tantos ensayos que la juventud actual usaba sus reproductores de música para crear un aura digna del soundtrack, donde los muchachillos se sienten protagonistas de su propia película ambientándola con su música favorita.
No fallaba en el veredicto aquel probable cincuentón. Leonard corría con la canción en los oídos pisando torpemente el asfalto con sus gastados Converse; en ésta ocasión realmente creía poder enmendar sus errores del pasado, no quería volver a drogarse tanto, incluso la gente drogada le hastiaba. Decidió retirarse de la prostitución, dejaba dinero pero poca sustancia emocional, después de su estancia en el internado las cosas habían cambiado, aunque como decía el crítico de música: Lo cual no es del todo algo malo.
Entró en el café, se quitó los lentes de sol y también los audífonos. Orlando le esperaba desde hace tiempo, al menos así lo atestiguaba su té helado a medias.
-¿Qué escuchabas?- fue lo primero que dijo Orlando, incluso antes de saludar. Su voz era firme pero afable.
-Nada importante, realmente algo sin importancia- Leonard se sentó y acomodó su cabello instantáneamente. Le faltaba un corte nuevo, pero en el internado siempre lo tenía agarrado con una liga, no le permitían el tenerlo al aire libre.
-Nada, dime qué escuchabas. Supe que te has vuelto una especie de melómano citadino.
-¿Citadino?
-Que llevas tu reproductor a todos lados y empezaste a escribir crítica de música.
-¿Quién te dijo todo eso? Espera, lo supongo. Eliee-. La mesera se acercó a tomarle la orden. Pidió un té Chai.
-Es algo comunicativo- Orlando sonrió de un modo poco detectado por Leonard. Será que cuando se estima o socializa tanto con una persona se tienen bien registrados sus ticks tanto corporales como faciales, sobre todo para Leonard quién era una especie de detector semiológico adicto al lenguaje corporal. Pero con Orlando los signos estaban algo empolvados, poco recordaba sus gestos. Efectivamente le idealizó en algún momento de la relación y después, cuando rompieron, pretendía recordar sus gestos de forma romántica, por eso le pareció tan distante aquella sonrisa. No significaba lo que él creía debía representar.
-¿Puedo fumar?- sin importar la respuesta Leonard sacó su cajetilla de cigarros y prendió uno –lo siento, igual ya lo estoy haciendo, ¿quieres uno?
-No, estoy bien, pero gracias.
Leonard se preguntaba qué diablos sucedía entre ellos dos, no recordaba tanta amabilidad dentro de su relación… aún cuando se separaron jamás hablaron y él prefería la hostilidad, le daba más espacio para le inmersión en los propios pensamientos. Tanto tiempo intentó decodificar a Orlando cual si jeroglífico se tratara para después mandar todo al vacío.
-Bueno, pues quería saber cómo estabas- habló Orlando al percatarse del tan recurrente desvarío mental de Leonard. Si algo le conocía, era la facilidad con la cual se enredaba en sus monólogos internos.
-Pues, justo ahora bien. Estuve en una especie de retiro, nada espiritual, no me malinterpretes, sencillamente fue para poner las cosas en orden, fue frustrante porque no me dejaban escuchar música, ni leer o escribir.
-Tú sin escribir, eso es difícil.
-¿Recuerdas la película “Quills” sobre el Marqués de Sade con Geoffrey Rush y Kate Winslet? Era algo así, me daban papel de contrabando y garabateaba sobre él con mucho más entusiasmo. Odiosamente creo que mi escritura ha decaído mucho. Es mala ¿sabes? Antes de internarme escribí mi primera opinión sobre un disco de música, la envié a un grupo de crítica y fue rechazada con las mil y un correcciones. No me importó mucho en el momento porque me iba a internar, pero ahora que lo intento no sale, ni sobre música, ni cine, literatura, no he podido escribir ni una sola ficción.
-Estás bloqueado, eso es todo.
-¡Ay Orlando!, tu comentario es tan tajante como mi bloqueo, incluso diría que es tautológico- Leonard rió un poco tapándose la boca con la mano, como si aquel comentario fuera una blasfemia- claro que estoy bloqueado, desde hace una semana mi vida adquirió una estabilidad muy escandalosa. Creo que soy algo masoquista, y como diría Susan Sontag: El masoquista busca el dolor por las ganas de tener nuevas y más grandes emociones. Pero yo, para ser sincero, ya no quiero tantas emociones-. La mesera le puso su bebida en la mesa.
-¿Volviste a tu etapa Kristof Kieslowski made in Bleu?, ¿quieres sentir la ausencia de las emociones?
-No es eso exactamente. Más bien deseo olvidar las pasadas, quizá un poco como el personaje de Juliette Binoche pero sin el drama a flor de piel, con ella era más bien la reducción de la vida, todo…
-Le era dado- interrumpió Orlando para completar la frase- ¿no es así?
-¿Leíste mi ensayo sobre la película? Tardé semanas en concretarlo, es de las pocas cosas de las que estoy orgulloso. ¿Dónde lo conseguiste?
-Encontré algunos de tus textos en la Web, eso y tus ficciones sobre las sociedades del arte, ¿tanto daño te hice? Pones nuestra relación como algo mortífero.
-Fue algo mortífero en su momento, espero no te moleste, efectivamente nadie sabe que eres tú.
-¿Nadie?- Orlando alzó una ceja.
-Bueno, un par… quizá una docena- Leonard volvió a reír- te aseguro que no pasa de cinco personas.
-Y cada una de esas cinco se lo contó a otras cinco y así sucesivamente.
-No lo creo, esas cinco personas no están muy interesadas en mi trabajo determinado con las personalidades en las que me baso para mis personajes.
-No me importa, en verdad que no me molesta. Es más, creo que me pintas más atractivo de lo que soy.
-Nunca has sido muy egocéntrico como para aceptar tu belleza, eso me agrada de ti.
-Pude entenderte mucho mejor después de leer todos esos textos. Me di cuenta de por qué te sentías tan ofendido después del engaño con Edgard aún cuando todo fue una apuesta. Tampoco es que te justifique.
-No quiero que me justifiques. La apuesta fue algo un poco ruin, pero a ésta edad ¿qué no lo es?
-No sabía que yo era tan importante para ti. Bueno así lo haces ver. No tenía ni idea.
-Eso está en el pasado. Mejor cuéntame un poco de ti…
-Salí con Tony por dos meses, casi tres, pero preferí dejarlo, Silvio se estaba entrometiendo en la relación, y también el concepto de su ex amante llamado Berger pesa demasiado en la historia amorosa del mismo Tony. Ahí tienes otra historia que contar.
-No estaría mal- Leonard reía con mesura. Poco le interesaban las relaciones de Orlando, prefería no saber nada de eso- aunque yo me refería más bien a tu trabajo como creador, me quedé en tu intento por hacer fotografía.
-Lo dejé, no soy muy bueno pero escribí un guión… ¿en verdad no quieres saber nada sobre amoríos? Ahora me vas a decir que no has salido con nadie.
-Pues honestamente, salir con alguien de un modo serio, después de ti, nadie, sólo sexo oportuno, citas poco estimables, ¿nadie te lo dijo? El amor ya no existe- Leonard profirió sus palabras con una sonrisa en el rostro y sus ojos bien abiertos, moviendo su cabeza de un lado a otro –mejor dime de qué trata tu guión.
-Pues de nuestra relación… todo incluido, hasta cuando me regresaste las flores con la nota de “Guárdalas para mi funeral”
-No puedo creerlo- Leonard reía- pero fue un horrible ataque. Perdóname por tanto drama. ¿Y ya está listo?
-Sí, un chico de la facultad quiere producirlo, pero desea que lo dirija porque quiere una visión “gay”.
-Espero alguien lindo me interprete. Es más, hasta podría interpretarme yo mismo.
-Me gustaría más que me ayudaras dirigiendo- le soltó de repente Orlando –sé que tienes buen ojo para el cine.
-Pero Orlando, soy muy mal director, apenas pasé con buenas notas la clase de Actuación, fue difícil pasar el ejercicio sobre la dirección de actores, eso y que no puedo planear las tomas.
-De las tomas no tendrías que preocuparte, eso se lo dejas al director de fotografía, es un alumno de postgrado.
-Tendría que pensarlo. No quiero ningún compromiso más allá de la escuela, es mi último año y éste semestre es muy corto.
-Estoy preparando la calendarización. Serían cuatro días de grabación y claro, una eternidad en la edición, dentro de la cual estarías incluido. Pero podemos hacerlo en mi departamento después de clases.
-Orlando, querido ¿qué pretendes?
-No te quiero seducir- la oración sonó poco convincente, efectivamente Orlando no sólo buscaba un director para su cortometraje, sino también recuperar a su ex pareja.
-Debo pensarlo.
-¿Qué tienes que pensar?
-Más que nada mis tiempos. No estoy rentando aquí en la ciudad, no conseguí departamento, mi economía va en picada, las cosas han cambiado desde que estuvimos juntos.
-Pues por eso te quedas en mi departamento si es necesario.
-Vamos a dejar algo en claro. Si acepto será para ayudarte con tu corto después de clases pero con un horario adecuado para poder regresar a mi casa.
-¿Y si no tienes tiempo para regresar?
-Tengo amigos para solicitar asilo.
-No tendrías por qué hacerlo si decides quedarte en mi casa- señaló Orlando algo cansado de discutir el asunto.
-No tendría que quedarme en tu casa si no te ayudo con tu proyecto. Es mi única condicionante, lo tomas o lo dejas.
-Lo tomo- Orlando no lo dudó, ya tendría tiempo para estar con Leonard y convencerle de estar juntos, si ya lo había logrado una vez, nada le detendría con una segunda ocasión… o al menos eso pensó.
-Bien- sorbió lo poco que quedaba de su té- ¿paseamos?

3 comentarios:

  1. Hola chica! Me alegra mucho tener una nueva seguidora por éstos lugares cibernéticos. Pues verás, la historia de Leonard es algo larga (bueno, ni tanto) la empecé hace un año, pero justo ahora la entrada en la que has comentado es la nueva “temporada”, por así decirlo, de su vida, una donde pretendo tratar de forma más pacífica sus problemas (no sabes, el hombre ha pasado por drogadicción, se prostituía por gusto, pero lo peor de todo es que SE ENAMORÓ! JA!) Así que inicio haciendo las paces con su único amor (hasta el momento) Orlando. La historia irá desenvolviéndose poco a poco, ya verás, tengo tantas cosas planeadas. Si tienes alguna duda sobre tal o cual personaje, quejas, sugerencias, MUCHAS OPINIONES, no dudes en ponerlas.

    Recibe un enorme saludo y un beso.

    Me hago seguidor de tu blog, ya me di cuenta que te gusta el cine!

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  2. Momento seguido a que firmé el comentario anterior noté que tienes publicados los capítulos anteriores y me apliqué a leerlos, aunque no eh concluido me ha gustado lo que leo (: congrats! mucha suerte y nos seguimos leyendo!
    besos!

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Lalalea aquí