viernes, 16 de julio de 2010

Temptation waits

Cuando Jenny tocaba el piano existía una impasibilidad sorprendente dentro de cada movimiento que efectuaba. Sus dedos recorrían al instrumento con singular sobriedad, cada tecla era un miembro selecto dentro de un plan bien elaborado, y cualquiera que supiera un poco de música podría notarlo con facilidad. Jenny era despiadada, no sólo el momento de la interpretación sino también dentro de la reinterpretación de las historias personales de sus amigos, amistades pasadas, peligrosas o amorosas, prefería mantener separados a casi todos aquellos que le habían escuchado en estado de ebriedad, drogada o en el peor de los casos: molesta.
Su filosofía recaía en no juntar a sus amigos de distinta índole; sus amigos de la escuela de música dentro de la capital no tenían por qué conocer a los que había hecho en su ciudad de provincia dentro de la educación media; de igual modo los que conocía en alguna fiesta no tendrían por qué saber de la existencia de sus amigos que estudiaban en su ciudad natal, pero con el poco tiempo que llevaba estudiando música, que eran cuatro años pero ella se sentía mal de haber ingresado “tan vieja” a dicha rama del arte, comprendió que los círculos sociales se remitían a pocas personas, sobre todo si esas personas eran cuanto menos muy talentosas.
Terminó con una nota aberrante –Decadente- bufó ella entre dientes, ¿cuál era la razón de tanto calor en aquella época del año?, ¿no acaso todas las delegaciones colindantes estaban inundadas?, ¿eran tan pocas las gotas que caían de cielo que sólo se evaporaban en lugar de refrescar el paraje? -¿O sólo es porque no pude completar bien la partitura?- alzó una ceja, la noción actual se refería a su molestia que iba acrecentándose, después alzó la otra ceja – ¡Pero qué insensata soy!, ¿a qué se refiere la palabra “bien”?, ¿de dónde se saca la idea de “completar bien la partitura”?, ¡maldito historicismo! Debería hacerle caso a Richard con su idea de predecir una música donde el virtuoso no exista como tal dentro de un rubro clásico sino más bien experimental y así no diría que la partitura no había sido “bien” completada, quizá si me aferro a las nuevas ideas experimentales postmodernas del siglo XXI podría crecer más como artista… -interrumpió sus pensamientos por un instante y después gruñó, bajó ambas cejas e intento serenarse pero no pudo, tuvo que gritar dentro de su “pequeña” casa de tres pisos bien situada en una de las zonas urbanas más cotizadas, en efecto Jenny era una burguesa.
Lilian, una mujer con vestimenta sencilla y un trapo en mano se introdujo en la habitación con cara de preocupación.
-¿Jenny, estás bien?
-No lo estoy Lilian, pero gracias por preguntar, y quita esa cara de aparente estupefacción.
-Lo siento, no es precisamente que me asusten tus alaridos, sino más bien toda tú.
-¡Ah!, pero si eres igual que esos cavernícolas rudimentarios que enseñan música, sacrifican el todo por las piezas, si tan sólo me permitiera el no sentirme culpable por fallar en la nota final, sólo así quizá lograría perfeccionarla, ¡pero no!, han de juzgar el conjunto para frustrar mi crecimiento paulatino.
-Jenny, cielo, si no fueran distintas notas ¿acaso no estaríamos hablando de otro tipo de música? Como- la mujer se quedó callada por un momento mientras sus ojos se dirigían hacia el techo en busca de la palabra indicada- oh, sí, música mínimal.
-¡Dios santo Lilian!, cuando mis padres se mueran y yo no tenga ni un mísero quinto para seguir contratándote te irás a otra casa de burgueses prepotentes ¿y sabes lo que dirán?
-Pues no cielo, no lo sé.
-Dirán, mira nada más, ésta mujer sirvió en casa de los Guest cuya hija estudió música y resulta que no sabe nada.
-Jenny, cielo, si un día tus padres mueren, que Dios no lo quiera pronto, y tú no puedes contratarme, créeme que conseguiré empleo por mi facilidad para limpiar superficies, no por mi conocimiento musical.
-Ni por tu labia del labio.
-Bueno cielo, como veo que ya estás mejor, entonces me retiro para seguir mis labores
-Si llega Edgard dile que pase, hablé con mi padre sobre la galería y todo se encuentra arreglado, que pase a mi habitación si es necesario y no me vengas con eso de la filosofía de una buena dama.
-Ni idea de lo que hablas. Igual el joven es gay ¿no? No creo que tenga malas intenciones.
-Ahora me saliste muy buga ¿no?
-Siempre te he apoyado a ti cielo.
-¡Siempre te ha salido lo muy buga! Además, ya te dije que existe una gran diferencia entre ser lesbiana y bisexual.
-Si cielo te entiendo, sino no callaría ante tus padres tantos improperios- Lilian se mantenía en un extremo bastante cálido dentro de la calma, era una paciencia portentosa que evitaba lo glacial. El timbre de la casa sonó –Ese ha de ser el joven Edgard.
-Bien, dile que suba a mi habitación en diez o quince minutos, me voy a dar una ducha rápida.

Una vez en la habitación de Jenny, Edgard pudo escuchar la sinfonía Alpina de Strauss, en la escena que se llamaba “Elegía”… ¿o era “Puesta del sol”? No se consideraba una persona muy docta en eso de la música y era algo que le encantaba a su amiga, quién se la pasaba fastidiándole al respecto de su ignorancia.
-Supongo que cuando escuchaste el timbre corriste escaleras arriba para poder darte un baño.
-Yo las llamo duchas, pero puedes decirles como gustes.
La habitación de Jenny era un lugar muy amplio donde el tiempo se encontraba suspendido. A pesar de ser una casa de estilo colonial dentro de esa habitación en específico se encontraba una perturbadora mezcla de estilos. La cama tenía decorados estilo rococó, mientas algunos muebles eran rústicos otros pertenecían al art decó y un escritorio que supuestamente pertenecía a la bauhaus, al lado una pequeña cajonera que albergaba su enorme equipo de sonido que en ese momento ponía en acción al glorioso Strauss.
-¿No lo sientes?, ¡ah!, es una delicia.
-Jen, eres un cliché, una melómana del cliché, siempre que vengo a tu casa tienes a un compositor diferente y preguntas “¿No lo sientes?”, es una expresión de lo más banal.
-Primero que nada debo decirte que la vida es un cliché infinito, no sé de dónde sacan eso de que una frase o palabra puede venir a clasificar los momentos de la creación como “bueno o “malo”- dentro de la conversación los amigos se veían separados por un biombo detrás del cuál Jenny se vestía tranquilamente- segundo, ¿cómo sabes que son compositores diferentes, acaso debo recordarte tu incesante ignorancia, y le llamo así porque por más que vienes a mi casa no aprendes nada, y tercero no existe nadie que sea melómano, o cinéfilo o zoofilico del cliché, porque todos somos unos excéntricos, quizá cumplimos con un prototipo dentro de nuestra propia sociedad que es vista desde afuera y por ello nos estereotipan como un cliché, pero claro, eso es de ignorantes. La música es el toque de Dios.
-Tú ni en Dios crees Jennifer, así que mejor te callas.
-Lo decía para poder enmarcar mi figura de melómana del cliché- se empezó a reír mientras a la par salía por atrás del biombo- pero estoy molesta, me jode que todo deba ser clasificado como bueno o malo.
-No creo que sea tan simple como eso- Edgard se encontraba tirado sobre su vientre en la cama King size de su amiga.
-En la música lo es. El otro día lo hablé con Richard, ese chico de tu facultad… o antigua facultad de arte ¿cómo es que tienen semejantes talentos ahí?
-¿De dónde lo conoces? Es insoportable hasta la médula.
-De tu escuela sólo conozco un par de personas, y específicamente de tu facultad son tres, que eres tú, Armand y Richard.
-El violinista y el pianista.
-Y el fotógrafo.
-Ese soy yo. El otro día me encontré a pobre de Armand en un antro gay de la ciudad.
-¿Por qué pobre, le pasó algo malo? ¡Ay! Pero si es un dulce.
-Pobre porque no sabe el mundo en el que vive. Como apenas ingresó a la facultad no se ha dado cuenta que estudiamos en el mismo lugar. Nos conocimos hace tiempo en un antro de aquí, después en una de tus fiestas, estuvimos un tiempo acostándonos…
-Hasta que te dije lo de su novio del psiquiátrico.
-Me dijo, literalmente y lo cito de modo verbal: “Fue al psicólogo, y no creo fuera mi culpa”
-Al demonio, lo trató como mierda, por eso te dije que te separaras de él.
-Pues hace unas semanas me lo encontré, la pasamos bien, nos acostamos y después salí de su apartamento.
-¿Y qué pretexto pusiste ahora?, ¿tenías que alimentar a tu conejo?- Jenny se paseaba por la habitación seleccionando los accesorios adecuados para su conjunto.
-Le dije que tenía asuntos importantes por atender.
-Oh ese Armand es un encanto, tanto que ni va a notar que saliste de su departamento porque era de coje y corre.
-Seguro se da cuenta, lo que me sorprende es que no sepa que vamos en la misma escuela, pero supongo es por los horarios.
-También porque se droga mucho y se la vive en las fiestas. A mí el que me interesa es el pianista.
-¿Richard?
-Por supuesto, es muy… interesante
-Supongo es un adjetivo que le podemos acomodar al pobre de Richard.
-¡Para ti todos son pobres! Eres un desdichado, lo dices desde la perspectiva de la ignorancia, donde no sabes nada pues no eres músico.
-Digo que es pobre si tú te fijaste en él.
-Tiene ideas distintas en cuanto a la música.
-Jen, seguramente has hablado más con él de lo que yo podría pensar. Sólo sé que le agrada dar clases y es docto, en varios aspectos, un usurpador de vidas en otros varios aspectos, pero de esos en mi facultad existen muchos.
-No iras a hablarme una vez más de Leonard ¿verdad? Prefería el cuento posterior de Orlando.
-De eso hace meses.
-Meses sin que me digas nada nuevo, estoy cansada de escuchar lo mismos malos nombres de porquería, deberá existir algo nuevo en tu vida… ¿o es que sigues enamorado de Leonard?
-No… lo sé
-Siempre fue un lío de celos por lo del modelo ese Nick, después te acostaste con Orlando para joderle la existencia y ahora no sabes nada.
-Siempre ha sido una especie de jugueteo incluso para mí, porque aunque éramos amigos no me interesaba hasta que empecé a perderlo.
-Eso fue hace más de un año…
-¡Y después me sustituyó con Trish!
-Y la historia continúan damas, caballeros, escritores y fotógrafos frustrados. Me das pena y el pobre aquí eres tú, si le hubieras dicho que lo querías desde un inicio entonces todo sería distinto.

-En ese tiempo estaba con Armand.
-Y yo abrí mi fiel boca para decirte que trataba a los hombres como mierda, en verdad Edgard que estaba muy drogada pero es la verdad, te lo digo ahora que sólo me encuentro enojada, Armand dejó a su antiguo amante con el psiquiatra tomando chochos.
-Nada me sorprende, sé mucho pero prefiero no decir nada.
-En eso te diferencias de la mosca muerta esa de Leonard, él es un lobo que le encantaría usar ropa de cordero y es una droga para ti, lo bueno es que te vas, adiós- Jenny empezó a degustar con mayor fervor a Strauss que seguía de fondo -¿en verdad que no lo sientes?
-No
-¡Ah!, papá te consiguió el trabajo como asistente en la galería, espero te agrade porque no puedes decir “no” sino mi papá no te volverá a hacer algún favor, y por cierto, no te olvides de mi fiesta de cumpleaños que es en una semana, te lo digo ahora por si al rato estoy muy ebria, drogada o en su defecto molesta.

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