miércoles, 11 de enero de 2012

Fake queer

Si John Cameron Mitchell había dicho recientemente en una entrevista que “Ser gay ya no es suficiente”, entonces a Leonard le gustaría agregar que ser un buen follador tampoco lo era. Al despertar en las poco cálidas sábanas de aquel artista auto-considerado y socialmente consagrado “neo-queer”, Leo sintió estar en el departamento de un joven de diecisiete aún cuando el hombre propietario de la habitación tenía más de treinta. El ataque de los hombres que, o no maduran, o deciden invertir el dinero en otra cosa. Hasta antes de abrir los ojos y unos minutos después, nuestro protagonista creía (o así lo deseaba) pensar que aquel hombre reputado invertía todo en sus videos que divulgaba en su mayoría en fiestas urbanas, algunas de gran talante pero la mayoría ilegales. No podía negarlo, lo que más le atrajo a Leonard de Paco, porque ese era su nombre, se refería a sus piezas, lo veía cual ser luminoso del pensamiento queer. Pero por desgracia, todo sueño previo a una gran fiesta termina en resaca.

Había iniciado la noche anterior, donde metido en uno de los pocos pantalones en los que ahora entraba, producto de su reciente incremento de peso, Leonard fue a una fiesta “ilegal”, aunque en México casi cualquiera lo es, pero con las medidas adecuadas, el alcohol necesario y el dinero previsto, todos los problemas se encuentran resueltos. El consumo de droga seguía a tope, aunque algunos preferían no arriesgarse con la fingida guerra contra las drogas que se desarrollaba en el país, se sabía de antemano que los primeros en pagar son los más inofensivos, tradúzcase como los consumidores o repartidores en menor escala, chivos expiatorios, incluso en alguna ocasión llegó el rumor de que la policía irrumpió en una fiesta que se encontraba limpia de droga; los comandantes de la ley intentaron sacar provecho de la fiesta al extorsionar a los bebedores en turno, sin embargo al no obtener suerte, los mismos policías, quienes traían droga consigo, arrestaron a unos cuantos y les acusaron con la droga como evidencia. Así estaban las cosas.
Bamboleándose de un lado a otro con su nuevo corte que excluía sus míticos rulos, Leonard apenas sabía controlar el alcohol, ni Europa ni su mejor amiga alemana cambiaría eso… quizá sólo el aumento de su masa corporal le hiciera más resistente a la intoxicación etílica… quizá, quizá.

Estaba ahí con Edgard, hacía más de un año sin salir de fiesta con su siempre buen amigo, jota incondicional, compañero de dramas, se habían peleado por situaciones que no caben enunciar (algo respecto a un novio y acostones con el mismo), pero ni los hombres y mucho menos una buena verga ahora podrían separarlos, ¿el secreto? Que desde hacía un mes eran folla-amigos, se acostaban ocasionalmente cuando se sentían en periodo de sequía, lo que consentía a Edgard cada tercer día. Leonard no tenía miedo a una relación por Edgard ya que esto era imposible, sabía que no era el único en la cama de su amigo y eso no le incomodaba, por otro lado, le causaba un gran alivio.

-Vamos a colocarnos, quiero un churro, anda- dijo Edgard con su usual alegría que desbordaba por todos los poros.
-No tengo ganas de drogarme, ya estoy algo ebrio, y sabes bien lo que pasa cuando fumo y bebo.
-Te pones pachipedo y besas a quién no deberías. Pero ahora no estás tan desesperado, ya te has follado a suficientes y sobre todo, besado con más de los que podrías contar.
-Pues… no estaba desesperado, lo hice porque quería hacerlo y ya.
-Como quieras, voy a conseguir droga y te vas a colocar.

Como fue, Edgard no prometía al tanteo y ambos se pusieron pachecos, podría ser esa la razón por la que al toparse con Paco, el gran artista queer, Leonard lo viera con una aureola iluminándole. De ahí en adelante todo era una película mal editada en la memoria del escritor. Paco saludándolos, ¿no estaba demasiado viejo para esas fiestas?, ¿no se veía muy joven de cerca?, ¿cuántos de los diálogos en su mente había proferido su boca?, ¿cuántos ahora eran íntimos? Eso es lo que detestaba de la droga en él, un par de fumadas lo colocaban y terminaba por hablar de cosas en las que debía mantener un poco de discreción, pero de algo estaba seguro, el sexo con Paco fue celestial, le domaba desde todos los ángulos que la satisfacción podía prestarle, al fin había encontrado a un teórico y práctico de lo queer.

Así llegó a la habitación poco aseada de Paco.
-Hola- le dijo Paco tendiéndole una taza de té de hierbas relajantes. Leonard lo miró algo desconcertado –Es de hierbas- dijo Paco- aunque al parecer no de las que te gustan.
-Ya, gracias- sorbió un poco, estaba en su punto, un hombre que sabe hacer té, probablemente volvía a la idealización del objeto… ya corría un riesgo al ver a las personas como objetos, pero no era momento de darse a las disertaciones humanistas cuando la noche anterior el mismo Paco le había utilizado como objeto masturbatorio… pero ¿entonces cómo lo había disfrutado tanto? ¿Paco estaba consciente del placer ajeno…?
-¿Estás bien?- preguntó Paco, quién al estar más cerca se le notaban ya las arrugas cercanas a los cuarenta, el mito de que se quitaba la edad podía ser cierto, aunque era sólo un chisme arrojado por la comunidad gay celosa de sus éxitos, nadie que se yergue como icono queer teme a la transformación del cuerpo, la mutación del mismo y el concepto género… -¿Lo estás?- insistió Paco. Leonard debía dejar de pensar en tanta estupidez.
-Claro, claro- pero Paco no era atractivo, tenía los dientes chuecos, empezaba a tener entradas bastante sobresalientes en la cabeza, donde la palabra “entrada”, por causa de la alopecia, debía ser secundada por la de “salidas”. Además tenía su pancita digna de alguien que bebe todos los fines de semana, pero eso no le desagradaba, su ex novio, el escritor-filósofo, lo que fuera, tenía una pancita similar y Leonard sostenía que era aquello que le hacía humano, alguien con el intelecto de Pedro, su ex novio, no podía ser más que una deidad casi bajada del cielo, ¿lo mismo ocurría con Paco, estaba repitiendo patrones…?
-¿Y si somos las palabras?- dijo Paco en tono burlón levantando la ceja izquierda.
-¿Perdona?- Leonard se había perdido, una vez más, en sus pensamientos.
-Es lo que repetías ayer una y otra vez en el taxi cuando veníamos camino a casa, “¿Y si somos las palabras?”
-Oh… si dije eso es que ya estaba mal. Es una frase de Virginia Woolf, la digo cuando me pongo ebrio…
-Claro, esa mujer loca que se ahogó en el rio porque escuchaba voces.
-Bueno, no creo que estuviera loca, creo que parte de su convicción por las letras, incluso la vida misma, le llevaron a tomar esa decisión.
-Niño, pero sí que estás crudo, estaba loca y ya. ¿Quieres algo para desayunar, o eres de los de coge y corre?
Leonard suspiró –Pues suelo ser de los de folla y no te veo más, la verdad, y por cierto ¿qué edad crees que tengo?
-No sé, unos veinte o menos… ¿por?
-¿Y tú?
-No te voy a decir mi edad.
-Ya sé que es algo con lo que se bromea acerca de tu vida y todo, pero igual me gustaría saberlo.
-Pues no creas que voy por ahí mezclando mi vida diaria con mi trabajo, son dos cosas diferentes mis piezas y escritos de lo que soy yo.
-Pues por tu postura política pensaría que tu obra es parte esencial de ti.
-Lo es, pero lo político se queda en lo público, yo no soy mi obra.
-Pero las piezas de tus performance, los textos de arte y vida tan sustentados en…
-Mira que te veía como de dieciocho, pero te di veinte porque parecías inteligente, ahora creo que debes ser menor de edad.
Leonard no pudo dejar de sonrojarse ante el comentario, mira que le quitaran cuatro años no era poca cosa, pero todo se aplicaba al aspecto banal de la idea, no parecía de diecisiete por fuera, más bien por su idolatría a los falsos iconos pseudo-queer. Ser gay, buen follador y “hacer” obra queer no bastaba, era necesario llevarlo a un estado latente de vida.
-Te da pena, eh. Tranquilo, aquí tienes las de ganar, si eres menor de edad pero te gusta el sexo es normal, mientras no me demandes- Paco sacó una risotada algo fingida, o así le pareció a Leonard, a quién todo él le parecía algo falso.
-No es eso, es solo que hacer dentro de un museo no es suficiente para mí, debes llevarlo más allá.
-¿Qué más sugieres? Por el momento tenemos parte de la batalla perdida pero seguimos en pie. Salimos del clóset, no nos linchan, hablamos sobre ello, hacemos obra entorno a ello, algunos se travisten como acto político, crean un personaje y al final dejan la peluca en casa porque eso no son ellos.
-Hablas de un travestismo sin núcleo, falso, la mayoría lo hace por convicción, espectáculo, sobrevivencia, notoriedad, lujo, gusto, acto contestatario, pero siempre tienen en mente que bajo la peluca son ellos los que se encuentran y nadie más, en esas cabezas está la noción de usar tacones, no es idea de nadie más, tú más que nadie debería saberlo.
-¿Por qué? Si nunca me he travestido.
-Pero en tu último ensayo parecía como… -ahí estaba el punto de algunas jotas. Son como… parecen a… huelen según… se visten con… van a fiestas ilegales, consumen drogas, alcohol, arman jueguitos visuales en el acto y después se dicen en privado que esa peluca no es la suya.
-Lees demasiado, ¿no te han dicho que dejes los libros y empieces a vivir un poco?
-¿Lo dices tú quién escribe una cosa y hace otra? – Leo, quién hasta el momento seguía desnudo, tendido en la cama con el té de hierbas en las manos, puso la taza en el buró, buscó sus calzoncillos, el pantalón y la playera con la que había llegado.
-¿Entonces no tomas el desayuno?
-Pues no, sí soy un poco de los que cogen, se corren y después corren fuera de la habitación.

Al salir del lugar, no pudo dejar de cuestionarse si era él un clavado con llevar una “actitud” no sólo gay sino queer al mundo exterior, más allá de lo sexual y la salida del clóset. Ir en contra de todas esas actitudes heteronormativas de la sociedad en la que vivía, donde incluso los homosexuales se veían involucrados en el sistema en que fueron educados, no por ello se consideraba activista o anarquista, era sencillamente su tipo de vida, se vive en un mundo misógino y homofóbico, pero más allá ¿era necesario tener que toparse con todas esas actitudes retrógradas por el simple hecho de tener una buena follada? Tiempo de abstinencia sexual, queer no significa sexo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Lalalea aquí