miércoles, 16 de junio de 2010

Sex and art in the city (parte II)

-¿No lo entiendes? Sin ti no valgo nada- dijo una mujer que tenía sobre su hermosa estructura ósea un sobrero aún más hermoso, bellamente ataviada con un vestido blanco y tacones negros.
-No es cuestión de mi entendimiento, sino del tuyo, no puedo estar cerca de una criatura como tú- le contestó un hombre no mayor a los cuarenta años, finamente vestido con un esmoquin negro. La escena se llevaba a cabo en un lujoso balcón.
-Jamás fue mi intención ser tan malévola- gemía ella sin caer en el llanto.
-Lo fuiste, eres una harpía, ¿te crees elegante con tanto ornamento?, el vestido, el sombrero, los zapatos, todo eso lo eres desde hace poco tiempo, todo eso eres porque…
-Así me dejaste, ¡lo aprendí de ti!- la voz de la mujer se desgarraba.
-¿Ser una mujer de mal gusto?, ¡no seas idiota! De mí no aprendiste a meterte en las vidas ajenas, a ser una meretriz, una mujer del cotilleo, ¡terminaste con la intimidad de tantos!
-Sólo fue un pequeño gusto, un desliz, además ¡te lo dije! - gritó ella evidentemente desesperada- ¡TE LO INFORMÉ!, ¡soy una maldita!, ¡soy poca cosa y no valgo nada!
-Sé que vales poco y por ello te dejo, no quiero hablar más contigo, me das pereza.
-¡No puedes dejarme así!, no puedo sobrevivir sin ti, no podré vivir con la idea de que me desprecias.
-Eso queda para ti, puedes engañarte todo lo que quieras, pero lo que ya destruiste así quedará. Todo queda en ti.
-¡Pues sí!- chilló ella- y así lo elijo.

Después la escena se fundió a negro y entró un comercial.

-Válgame, qué película tan más dramática ¿no?- le dijo Leonard a Trish. Ambos se encontraban en la sala de espera de un laboratorio/consultorio particular. Dentro de las instalaciones se encontraba el televisor por el cual emanaban las imágenes de la mujer y el hombre elegante.
-Ella se lo merece, es una puta- sonrió Trish.
-Una meretriz. Caray Trish, al menos usa el decoro del hombre con esmoquin- Leonard rió- yo creo que ella es libre de hacer lo que le venga en gana. Ahora resulta que lo mismo que le enseñaron lo aplica a la sociedad y le recriminan el acto.
-La mujer no tiene derecho de inmiscuirse en las vidas ajenas, ya sabes lo que nos dice Hegel “Cada conciencia persigue la muerte…
-… de la otra”- culminó Leonard.
-Son cuestiones de moral y ética. Mira a la mujer- Trish señaló el televisor, la película había regresado de los cortes comerciales. Justo en la escena la mujer se introducía un revolver en el bolso y fraguaba su venganza –es una loca, desesperada, chismosa compulsiva.
-Mentirosa compulsiva, una muy intrigante, pero ¿a qué te refieres con eso de la moral y la ética?
-Leo, la película está ambientada en los años veinte, el personaje de la mujer vive encerrada dentro de todas estas constricciones moralinas de una época conservadora, donde la intimidad es preciada, y va esa mujer a mover sus hilos para dejar al descubierto la intimidad de todos ¿no crees que es molesto? Al menos para los años veinte.
-Molesto para los demás.
-Y para ella… mira nada más- Trish dirigió la mirada hacia el televisor induciendo a Leonard para que hiciera lo mismo.

La mujer sostenía el revólver frente al elegantísimo hombre a una distancia considerablemente adecuada para que no se acercara y le quitara el arma.
-Existes- dijo ella- ¡EXISTES!- gritó- tú existes y la traición existe, si es así es momento de elegirse, no puedo vivir con eso en mi conciencia- la mujer estaba enloquecida mientras el hombre mantenía un gesto sombrío, serio.
-¿Piensas matarme?- dijo él con cordura, en un tono calmo sin embargo la acción de preguntar era todo un desafío.
-NO- dijo ella- ¡CLARO QUE NO!, ésta sí que no se te va a olvidar, ¡inútil!- entonces ella dirigió el arma a su cabeza y tiró del gatilló.
Dentro de la escena sólo se veía la cara exaltada del hombre y después el sombrero ensangrentado de ella.

-Y murió, no pudo con el monstro que ella misma gestó- dijo Trish mientras tomaba el control remoto.
-Al menos lo dejó a él pensando.
-¿Realmente crees que lo dejó pensando?
-Se suicidó frente a él y le dijo que esa no se le olvidaría.
-Sí, claro, pero yo creo que el pensamiento del hombre es “Una loca menos, ¡bien!, no tendré a alguien que me persiga” y no un “¡Oh no!, no podré dormir esta noche” Créeme, el hombre la va olvidar. Gozó de hacerle un drama y como ella era aún más dramática pues va y se da un tiro. Pero no creo que quede en la conciencia del hombre, ¡bla!- Trish cambió de canal- una mala película.
-Sigo diciendo que ella no tuvo la culpa de nada, sólo de su muerte.
-Años veinte Leonard, años veinte- canturreó Trish- no es como en la actualidad con todos esos medios hipertextuales que terminan por truncar la intimidad y te dejan expuesto. Hoy en día la gente está acostumbrada.
-En eso no estoy de acuerdo. Digo que la mujer no tiene culpa, al final es libre de hacer lo que le venga en gana, sin embargo no creo que los prejuicios “informativos”- enmarcó Leonard la palabra oral con sus dedos en forma de comillas.
-Sí- dijo Trish entornando los ojos- prejuicios y chismes.
-Claro, que los chismes son chismes en este siglo o en el pasado, en mil novecientos veinte que en el dos mil diez.
-La diferencia es el contexto de la moral y la ética, no estamos en pleno siglo XXI como para ir a regirnos por los valores y principios del siglo pasado ¿no?
-Supongo, pero ¿no es la moral la misma esté donde esté el hombre?
-No Leo, si fuera así el hombre no tendría historia y mucho menos distintas culturas.
-Claro, en una época globalizada.
-Tanto así que puedo ver a Christina Aguilera en la televisión- Trish había cambiado el canal- mírala nada más, ¿no es mona?

Christina Aguilera hablaba de la violencia intrafamiliar en la que había crecido, de la manera en que su madre escapó de su padre. Pero que después de todo, quizá le agradecía a la vida porque sin eso no habría llegado a estar frente a su público.

Trish empezó a cantar: “After all you put me through, you’d think I’d despise you but in the end, I wanna thank you,’ cause made me that much stronger”
-Algún día no muy lejano alguien me va a dedicar esa canción- dijo Leonard- por sintético e hipócrita.
-¿Ahora qué te pasa hombre? Estás nuevamente con todas esas pendejadas que me enervan el ánimo, ¿es porque hablaste con Armand? No me has dicho mucho del altercado.
Leonard suspiró
- Armand, él es lindo, dulce, atractivo dentro de cada centímetro de su ser, el problema es que no se encuentra ni mínimamente interesado en mí. Van varias ocasiones que hablamos y siempre pregunta lo mismo: ¿Cuál es tu semestre?
-Es porque es de semestre inferior- Trish empezó a reír frenéticamente- ¡inferior!, ¿recuerdas que cuando nos conocimos fue en una clase donde nos sobajaban compañeros de semestres avanzados?
-Sí, y dijimos que no trataríamos con desdén a los recién ingresados.
-Y ahora son inferiores- reía- somos terribles, pero no sólo es nuestra culpa, ¿has visto sus trabajos?
-Algunos son muy buenos.
-Algunos, claro, en verdad que los veo y digo ¿son de semestres más abajo? Lo reverenció, no he logrado esa calidad y eso que estoy a poco de salir.
-Lo sé, pero otros…- Leonard tiró una mueca muy al estilo Nina Cakts de “Sex and the city”, toda torcida y llena de angustia prejuiciosa.
-¡Son horribles!, la mayoría son espantosos, más de aquellos que se sienten muy “in the mood”- justo con la última frase Trish parecía algún personaje bordado por Terry Zwigoff -¿recuerdas lo que hacíamos en nuestros primeros semestres?
-Bueno, nunca hicimos algo juntos, apenas te conocí en el semestre pasado.
-Lo sé Leo, pero de mi parte hice una videocasetera con condones introducidos en ella, en una VHS vieja y olvidada con el fin de aludir al sexo seguro como un concepto añejo, que debían refrescarlo dejando de lado tanta farándula absurda.
-Era mala la pieza eh- dijo Leonard en un suspiro.
-Malísima, ahora míranos, esperando el resultado de nuestros estudios, preguntando si el sexo seguro fue realmente seguro.
-Yo alguna vez realicé un chaleco con mi cabello, otro fracaso.
-El punto es que aprendimos a enfocar nuestros puntos de vista, ahora lo ves, ambos recibimos buenas críticas y quedamos satisfechos por nuestras incursiones finales del semestre, lo hicimos trabajando en lo mismo, yo con el sexo, tú con la identidad.
-Jodida Ana Mendieta resulté ¿no?
-Eres un terrible visceral, eso es todo, hablar sobre ti y tu identidad no te hace mórbido.
-No, el problema es cuando me meto en la intimidad ajena.
-Leo, eso sería difícil de evitar, vivimos en el contexto lleno de una tradición de ideas… de la historia.
-Sofismos.
-Leo, más vale que me digas a qué viene toda esta incomodidad.

Leonard guardó silencio y después le soltó a su amigo

-Me prostituyo.
-¿Intelectualmente?
-No… corporalmente, por eso no he estado disponible los últimos días, por eso estoy tan cansado, por todo eso y quiero tomar el dinero y huir por lo menos un mes en vacaciones. Hoy me volví a sentar en ese estúpido sillón como hace un año, como cuando sólo pensaba en matarme y todo volvió a la cabeza. Me regresó el tiempo de la decadencia anímica.
-Pues… ¿desde cuándo te prostituyes?
-Desde la vacaciones intersemestrales, por abril.
-Oh… eso me deja un poco sin aliento… ¿no te preocupa haber pescado algo? Digo… ¡Dios!, Leonard ¿en qué pensabas?... ¡¿EN QUÉ PIENSAS?! Lo vas a dejar.
-Mira cómo te sobresaltas, hablando de la moral y la ética del siglo XXI
-Esto es…
-¿Diferente?, ¿por qué?, ¿por ser realidad y no ficción?, ¿por no estar enmarcado dentro de un televisor?
-Esto es más cercano, es lo que iba a decir. Leo, ¿pretendes seguir haciéndolo?
-No lo sé, no creo, tengo que quitarme a un cliente que aún me sigue molestando, creo que voy a tener que chantajearlo. Se está divorciando y sé las fechas de sus juicios, si investigo un poco más tendré alguna forma de darle miedo y que me deje en paz.
-Con cuánta frialdad lo dices.
-No me queda ni un trozo de calidez justo ahora. No estoy para suspiros románticos, lo único que tengo claro es que temo regresar a una depresión masiva vacacional, terminar por poner un revólver en mi cabeza y que mi boina salga ensangrentada.
-Leonard…- dijo su amigo con un tono vago
-Trish- contestó Leonard con un tono calmo, pero su rostro era algo adusto, había perdido toda expresión de bondad ¿era acaso que se le estaban terminado las buenas emociones?
-Leonard… no pensé que estuvieras tan vacío.
Leonard se quedó callado ante el comentario de su amigo.
-Lo digo en verdad, nada justifica que un chico de tu edad se prostituya, embauque a la gente y después pienses en cómo sacudírtela.
-Pues sí, estoy vacío, llevo así mucho tiempo pero no me importa venderme y divertirme a cuesta de esta gente que paga por mí, el problema es cuando me pongo en peligro, es ahí donde marco la retirada…
-No sin lastimar a la gente.
-Creo que me cansé de ser un niño angelical que pretende no lastimar a nadie.
-Eso no te da ningún derecho a jugar con las emociones de los demás.
-¿De los demás?, ¿personas que pagan por sexo?
-Leonard, estás seco- Trish parecía preocupado, sin embargo se encontraba a dos centímetros de estar realmente molesto.
-Tal vez no estoy ni seco ni vacío, quizá estoy tan lleno, tan cargado que era tiempo de empezar a desbordarme un poco ¿no crees?
-¿Y las cortadas en el brazo?- dijo apuntando con la mirada el brazo izquierdo de Leonard, quién lo tocó instintivamente- Las vi el otro día, no pensé nada malo, hasta ahora…
-Lo he hecho un par de veces, nada serio, cuando creo que no voy a poder con las cosas, con lo que se viene encima, entonces claudico ante la navaja.
-Necesitas ayuda.
-Lo sé, pero soy muy orgulloso.
-Ay Coco… - dijo Trish en un suspiro.
-Sólo tú podrías sacar a Chanel en un momento como este
-Lo digo porque ella era igual de orgullosa, pero ni por asomo eres tan talentoso o inteligente.
-Lo sé- Leonard agachó la cabeza, por alguna razón no podía verlo a los ojos.
-Ven acá cabrón- fue en ese momento cuando Trish lo abrazó y supo por un momento que dentro de su entereza, él con todas las partes que le correspondían, tanto el mal escritor o el artista frustrado, el homosexual sin identidad, el prostituto sin escrúpulos, el esnobista intelectual, el adicto al tabaco que se autoflagela, el chico que se droga y se acuesta con cualquiera, el hijo deficiente o hermano poco accesible, el evidente mal amigo, el profanador de identidades, el tonto, frívolo, vulgar de Leonard, todas esas partes eran acogidas por alguien que las conocía cada una de ellas y las aceptaba por lo que eran. Todo dentro de una amistad.
-Gracias- dijo Leonard sin ninguna lágrima en los ojos, no creía necesario el llorar ¿seguía dogmatizando sus emociones?, ¿necesario?, ¿cómo se determinaba el momento adecuado o inadecuado para llorar? Posiblemente ya no le quedaban lágrimas, tantos hombres le habían hecho llorar que ni siquiera tenía unas para sí mismo.
-Gracias, sí, pero te vas a internar, querías huir ¿no? Pues tomando tu dinero de puta vas y te internas al menos en el verano, qué se yo, para desintoxicarte de todas esas mierdas que traes en el organismo, a ver si se te quitan algunas ideas.
-No quiero que mis padres sepan de todas mis deficiencias.
-Eso es fácil, puedes decir que te vas de viaje y después te internas, eso lo veremos después, yo te ayudo.

-¿Friedeberg y Giménez?- salió una joven con bata de algún consultorio.
-Aquí- alzó la mano Trish
-Ya están sus resultados, el doctor quiere hablar con ustedes.
-En un momento- dijo y después se dirigió a Leonard- seguro quiere sermonearnos sobre sexo seguro, ¿cuántas parejas sexuales pusiste en la requisición? Yo no pude mentir.
-Yo sí- Leonard parecía una estatua.
-Eso no es un problema, es más, puede llegar a ser una virtud, siglo XXI, recuérdalo Leonard, estamos aquí para vivir en voz alta, pero más que nada, para cambiar ciertas cosas.

Dejaron su asiento y se introdujeron en el consultorio médico.

3 comentarios:

  1. oh my gooooooooooood!!!!! noooooooooooo leonard noooooooooo, no seas tan huecoooo noooooo, por queeeeeeeee????

    chale que dramático salí jajaja
    un saludo, sigue asi, se esta poniendo interesante.

    me senti apedreado con lo de hacerles fuchoi a los de segundo semestre jajaajaj

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  2. Tonio, chico, gracias por pasar. Me encanta tu comentario dramático jajajajajaja, ya me dijeron que la entrada lo es, así que tus palabras van con las mías.

    Ya subo la próxima semana la última entrada de Leonard. Ya el siguiente mes inicio con mi "Skins, skinny" con varios personajes dispuestos a salir y contarnos sus historias.

    Saludos.

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  3. wooooooooooooooow que bien, ya quiero leerloooooo, y tambien me alegra haber cruzado palabras, si no imaginate, te estaria haciendo vudoo juajuajua (risa malvada)

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