martes, 29 de junio de 2010

Dog days are over

Era oficialmente la última exposición a la que asistiría en varias semanas, no tendría la oportunidad de estar en las grandes galerías y museos de la capital, les informó a sus padres de un pequeño sitio al cual quería asistir “Es como el lugar en el cual nos hospedamos en navidad” había dicho con una sonrisa sencillamente cálida. No esperaba que sus padres preguntaran más allá del tiempo que pretendía quedarse en aquella posada a la que tanto ansiaba ir. La semana pasada habían hablado con la mujer que dirigía el grupo de adictos y les informó que su hijo tenía prácticamente dos meses limpio y que sospechaba realmente no era un adicto, sólo un joven llevado por las tentaciones pueriles del entorno.

-¿Tentaciones pueriles del entorno?
-Eso dice chico.

Semanas atrás Leonard convenció a la jotona gorda del grupo de adictos para ingresar en el archivo de la institución.

-Será como en “Girl interrupted”- le había dicho Leonard.
-Pensé que no te gustaba la película.
-No mucho, sólo espero no terminar pintando las uñas de alguien.
-¿Qué te hace pensar que serás tú el que las pinte y no el pintado?
-Muy bien niño, ¿me vas ayudar o no?- sentenció porque sabía la jotona gorda tenía la llave de la oficina así como la clave de la computadora o en su caso del archivero donde se guardaban los documentos físicos.
-Te ayudo… pero…- aquel chico gordo adquirió cierto aire de patetismo
-¿Pero?- Leonard movió la cabeza de modo exagerado meneando los rizos.
-¿Me presentarás a alguno de tus amigos?... para salir, sólo quiero una cita.
-¿En verdad quieres salir con alguien que yo conozca? No soy muy buena Celestina, aunque honestamente odio a todas y cada una de ellas.
-Leonard, es fácil. Sí o no.
-Sí- dijo sin pensarlo mucho, ya vería si Eliee se permitía una cita con aquel muchachote a cambio de alguna prenda de ropa, así de factible podía ser ¿cuánto valía el trato de satisfacción o insatisfacción?

Ingresaron al archivo sólo para descubrir que las autoflagelaciones del chico gordo habían sido detectadas mientras Leonard era absuelto gracias a la “magnífica” capacidad deductiva de aquella mujer para poder enunciar que él era un seguidor de las tentaciones pueriles del entorno.

-Todos a tu edad caemos en ello- le había dicho el muchachote.
-¿Pues qué edad tienes tú? Vamos chico, que a lo mucho tendrás dos o tres años más que yo, así que no me vengas con eso.
-Pero no soy tan pueril.
-La afirmación dentro de tu oración cobra su clímax en la palabra “tan” y se reafirma con “pueril”.
-Al menos a ti no te descubrieron las cortadas en los brazos.
- Eso es sólo un breve incentivo. Me van a dar de alta pero… -deseaba sincerarse con aquel chico cuyo rostro le daba no sólo lástima sino también un poco de confianza, no obstante no podía permitirse el que mucha gente supiera sobre sus planes de internarse, sólo Trish y Emily lo sabían –no importa- terminó la oración –igual no le digas nada a nadie por favor.
-Honestamente lo haría si fuera mi estilo, digo, no soy como tú que hace todo lo necesario para llegar al punto en el que quieres estar.
-¿Y en qué punto quieres estar tú?
-Pues me gustaría seguir viéndote, las charlas contigo son divertidas, los que se quedan en el grupo son una bola de gente depresiva, amargada, pero eso no es lo importante, sino que son mayores y heterosexuales.
-Eso no lo sabes, ¿viste al viejo de cincuenta? Siempre te tira el ojo- Leonard le sonrió pero aquel chico poco le interesaban sus chistes ligeros –nos volveremos a ver, tranquilo, aquí en esta ciudad todos se conocen y es facilísimo contactarnos, no te preocupes por ello.
-¿En verdad?
-Claro, nos volveremos a ver- en su interior Leonard no tenía ni la mínima intención de frecuentarlo, sin embargo como bien había dicho, sólo él sabía lo que era necesario hacer para llegar al punto en que deseaba estar, y en ese momento necesitaba la ayuda de la jotona gorda, así que se repitió en su cabeza las reglas que le había enseñado la Marquesa de Merteuil, son sencillas: sólo hay que mentir, engañar y traicionar.

Por ello era oficialmente la última exposición a la que asistiría en varias semanas. Justo en la galería donde un año atrás vio exponer a Edgard, ambos burlándose de Pixel y Marko, los dos pavoneándose por los pasillos. Edgard volvía a exponer pero eso no le intimidaba, ahora ostentaba a mayor experiencia frente a su antiguo amigo. No pretendía igualársele, no podría (aunque quisiera) tener todo aquello que Edgard cargaba dentro de su existencia misma, mientras él era un recién nacido, como bien le había dicho, un chico que yacía desnudo con un año de edad, caótico y desproporcionado, pero un año –No supe controlar mis excesos- fue lo que se dijo a sí mismo. Volvía a fumar en público, dejaba de interesarle la impresión ajena sobre si acaso se consumía en el cáncer o la depresión, valía más bien poco.
-No puede fumar aquí adentro joven- le dijo uno de los cuidadores.
-¿Y si me voy al balcón?

Salió y pudo apreciar cuánto, dentro de esos escasos años, amaba esa ciudad. Parecía verse caminando con su valija negra toda desproporcionada buscando departamento en el centro “Con lo que ofreces lo único que conseguirás será un cuarto sin muebles, con goteras, muchas ratas y aún más cucarachas, te dirán como a Juan Preciado, que el cansancio es buen colchón para el sueño” fue lo que le comentó Edgard al momento de conocerse. Por aquellas fechas no sabía nada de Rulfo, ni entendía de arte, ni creía pervertirse tanto, sólo sabía que al fin podía salir de su habitación y dejar de creerse Emily Dickinson.
-Como la primera vez- le dijo una voz cerca del oído.
-La primera vez no te conocía y ni siquiera tenía idea de tus intenciones- Leonard se volteó con el cigarro en mano; por un momento fue consciente de todas sus deficiencias físicas y visuales, una vez más Orlando le servía de reflejo. Se sentía viejo, con grandes ojeras y bolsas bajo los ojos, la piel cetrina, poco cuidada, con los ojos irritados y quizá ni tan delgado como el verano pasado, pero frente a Orlando sentía ser poca cosa pues él mantenía su aura de ángel intachable.
-Te iba a preguntar si acaso no te molestaba la perfección ajena- prosiguió Leonard- tú sabes, vi por allá a Virginia con todos sus amigos perfectos, ella expone y viene su corte para acompañarla.
-Su Bloomsbury- dijo Orlando con una sonrisa enorme pero celestial.
-Eso mismo. Todos lucen tan frescos, me estoy muriendo de calor, casi me derrito y todos ellos se ven tan frescos.
-Con piel mate, especialmente el novio de Virginia.
-En especial él.
-Te gustaba Virginia ¿verdad?
-En su momento, pero si hablamos de ello en su momento también me gustabas tú.
-Pensé que todavía te gustaba- Orlando era de semestre “inferior” pero sin duda alguna su capacidad de manipulación era enteramente superior a muchos de los que había conocido Leonard en toda la carrera, incluso en su vida. Cuando le conoció llegó hablándole en la oscuridad con voz de niño asustado, parecía tan débil y susceptible, tanto que pretendía defenderlo de Edgard. Pero era otro como muchos, como lo era ahora él, un arribista absurdo que sabe mezclar el placer con la obligación, pero en definitiva Orlando no caía en el terrible caos en el que se encontraba Leonard, pero ¿cómo perseguir el develar la conciencia ajena? Jamás sabría lo que le llevó a Orlando a la traición, pero dentro de su honestidad interior se percató que ya no le interesaba saberlo, efectivamente era uno más.
-Será que piensas muchas cosas- terminó por contestar- creo que nunca compartimos mucho ¿verdad Orlando? Un tonto mes.
-Pues a mí me gustó, no pensé que te molestara si al final estabas apostando con Edgard, ¿pensabas que no lo sabía?
-En aquel momento no pensé que lo supieras, en la actualidad no me interesa.
-¿Recuerdas la nota?- insistió Orlando.
-No me interesa- tiró su cigarro y lo apagó con la suela del zapato –nos vemos después.
-¿No te interesa lo que se dice de ti?
-Mis consignas corporales pueden pertenecerle a la sociedad, pero los designios de mi corazón son privados. Sigue sin interesarme- pretendía alejarse de él. El llorarle y suspirarle había quedado en el pasado, le hacía sentir viejo pero eso no era sinónimo de agonía.

-¿Y te gustará ver películas en el sofá por la noche?- le había dicho Orlando meses atrás cuando tuvieron su relación.
-¿Crees que estaremos tanto tiempo juntos como para llegar al grado de vivir uno al lado del otro?
-Leo, no te gusta ver a futuro.

“Quizá no me gusta ver a futuro porque siempre acierto” pensó Leonard aquella vez cuando Orlando se quedaba a dormir en su antiguo departamento. Cómo extrañaba tener su habitación propia, escribir y tener alguna clase de remuneración, sus tardes lluviosas de fin de semana exentas de cualquier compromiso familiar, sólo él y el televisor con alguna buena película para desentrañar, él y los libros de la Woolf, por aquel entonces había terminado de leer “Entre actos”. Sintió un escalofrío… “¿Y cómo llegamos a esto?” se preguntó uno de los personajes principales de aquella novela.
-¿Y cómo llegamos a esto?
-Con mucha práctica Lenny.
Edgard estaba a su lado y él ni se había percatado.
-No me refería precisamente a las fotografías.
-¿No te gustan?- Edgard era de esos que lucían perfectos dentro de su camisa de manga corta color azul metálico. Portaba un pantalón café de gabardina en conjunto con una boina de un tono similar.
-Sí, podría enamorarme de su autor.
-Sabes que son mías ¿verdad?- Edgard se permitió una risa apagada.
-Y tú sabes que no sé nada de fotografía ¿verdad?
-Para ello tomaste tu seminario.
-Era sobre mujeres y la fotografía, así como la perspectiva de género, cuestión que no aprecio en tus imágenes, pero no entremos en determinaciones insufribles.
-Mira nada más en lo que te has convertido- el significado de la mirada de Edgard se presumía contundente ¿qué escondía detrás de aquellos ojos color café? No era un juicio presuntuoso, eso lo podía asegurar, tampoco ira o desdén.
-Estoy esperando a que me digas “yo te creé”- Leonard expresó su pensar sin mucho ahínco.
-No Lenny, fueron ellos, todos ellos, nos influenciamos y desconectamos, modificamos y aturdimos, criticamos y viciamos, por eso me voy.
-¿Conseguiste tu intercambio? Todos desean irse a algún lado.
-No lo conseguí, puedes regodearte en ello. Pero me doy un semestre de baja temporal, me ofrecieron empleo en una galería en la capital.
-Igual que a Eliee, pero él será en el extranjero, se va la semana entrante.
-Igual yo. Sabía lo de Eliee, también que te vas de viaje.
-Si eso se le puede decir el irse de paseo a las provincias aledañas.
-Bueno, sabes cómo son las malas lenguas.
-Lo sé, saco la mía frente al espejo y aprecio mi mordacidad con galante satisfacción.
-Si quieres ser rudo Lenny no lo lograrás aplastando a los demás.
-Bueno –Leonard sonrió –alguna experiencia tendrás para poder decirlo con tanta certeza.
-Nos vemos luego, en ocho meses o menos, que disfrutes tu viaje de internado.
-Tú también.

Recordó el día que salió de la ducha con el cabello acomodado en una coleta. Todo chorreante se envolvió en una toalla y sentándose en el escritorio contó el dinero que había ahorrado para huir de cualquier forma que le fuera posible. “Me voy por un tiempo” le había dicho al Señor D después de sus constantes insistencias, “¿Por cuánto?” el tono del Señor D era calmo, “Ni idea, tengo que solucionar algunos problemas pendientes, sirve que terminas con el asunto de tu divorcio, no querrás a un chico husmeando por ahí y que tu esposa lo descubra para tomarlo a su favor” cuando le soltó las palabras frente a frente, la última ocasión que se vieron con Leonard sentado en la cama enteramente desnudo, apreció la cara de sorpresa e indignación de su cliente más acérrimo. Sintió el pensamiento retumbando en la habitación “Lo sabe, ¡lo sabe! Lo usa a su conveniencia”, pero el hombre sólo contestó “Podría tardar meses”, “O años” dijo Leonard, sonrió y fue la última vez que le vio o escuchó… hasta el momento.

-¡Te dije que vendría!- se le acercó Emily con un vaso de vino- ahí está, sin instrumento pero él mismo basta- señaló a Armand.
-Se ve muy bien. Supe que regresa a la capital, él es de allá, todo un chico cosmo.
-Bebe un poco y tomarás las confianza que te hace falta, deja ya de renegar de tu suerte, dentro del internado no tendrás ninguna posibilidad de ligue, eso sería aún más patológico de lo normal.
-¿Más?- se puso frente a Emily y abrió mucho los ojos para que éstos se salieran de órbita.
-Deja de hacer eso, da un poco de miedo.
-Hola- escuchó una voz tímida y ligera detrás de él, era Armand.
-Hola- hablaron los amigos al unísono y después Emily se disculpó para poder ausentarse dejando solos a los dos chicos.
-¿Tienes planes para el verano?- comentó el chico delgado y de formas sutiles.
-No realmente, pero ¿quién los tiene?- Leonard intentaba evitar ponerse nervioso, poco sabía de Armand, no tenían ninguna clase juntos, podía ser que el músico iba tan debajo de él que jamás estarían uno al lado del otro dentro de la misma aula, pero lo poco que sabía al inicio siempre le incitaba a creer que era perfecto. Era músico, escritor y poeta, también tenía su habitación propia, un departamento que rentaba con su trabajo de ayudante de editor así como ilustrador ocasional, era más grande que Leonard en edad pero por desgracia no en conocimiento. Cuando asistió a una exposición se percató del mediocre trabajo de Armand, le pareció increíble que tanta perfección culminara en algo sumamente fútil; después se enteró que no sólo llegaba crudo a la escuela, sino que había perdido su empleo de ayudante de editorial pues nunca “terminaba lo que iniciaba” (en propias palabras de aquel chico) además “era un trabajo muy aburrido”, le comentó. Siempre partía de fiesta en fiesta todos los fines de semana, tomaba el poco dinero que le sobraba gastándolo en alcohol y mariguana, así el concepto principal socavado por Leonard se vio derribado por su investigación posterior.
-Tienes razón, yo no tengo planes para el verano… incluso, no sé, podríamos vernos o algo así.
¡La oportunidad!, ¡el triunfo!... es lo que habría pensado una semana atrás Leonard, pero ahora no le interesaba aquel chico, no era culpa de nadie más que de sí mismo, pues se adelantó a conocerle en carne y hueso buscándole por los rincones de la opinión ajena hasta encontrarse con el propio prejuicio, uno muy malo.
-Podría ser, no sé, me encantaría- Leonard guardó silencio “¿No silbarás como la última vez?” pensó “¿No querrás romper el silencio? No me interesas tanto como yo creía”

Armand empezó a silbar

-¿Me permites?- dijo Leonard- tengo que ir a saludar a alguien por allá- señalando a Trish se escapó del joven cuyo sentido musical se expandía hasta en los silencios necesarios
-Ojalá no hubiera empezado a silbar- se encontró diciéndole a su amigo.
-Ya olvídalo, cuando salgas del internado ya tendrás más músicos, pintores, grabadores, escritores, orfebres, lameculos y todas esas patrañas gestadas en el interior de una facultad como ésta.
-¿Crees que salga dispuesto a una relación?
-Son sólo dos meses, quizá tres, no sabes lo que pasará cuando estés ahí adentro. Me suena más a una casa de retiro, a esos retiros espirituales que tanto critica Eliee
-¿Sabes por qué los critica, verdad?
-No Leo, ni idea, tu pregunta me hace suponer que tú lo sabes.
-Pues no- Leonard se encogió de hombros- realmente no lo sé-. La verdad era que Leonard sabía mucho sobre muchos, y dentro de esos tantos Eliee era uno de ellos, pero prefirió no decirle nada, ya se prestaría la ocasión para esclarecer los fantasmas del pasado por la boca de quién tenían que ser expresados.
-Ya me imagino que tienes tantas cosas en la cabeza que ahora temes expresarlas, ¿tanto te afectó la crítica “constructiva” de nuestro querido escritor en turno?
-Ah- Leonard balbuceó un poco- eh… ¿el profesor?
-Sí, ¿quién más?
-¿Cómo lo supiste?
-Chismes de corredor
-¿No se te hace algo tautológico el asunto, el chisme sobre el chisme?
-Bueno cabrón, no sé cuál sea tu versión, sólo me enteré que te reprendió por usar cuestiones vulgares y banales.
-Bueno Trish querido, lo que pasó fue algo mucho más denso que recibir una crítica “constructiva” con palabras destinadas a lo vulgar y lo banal, es más, comentó que la palabra “vulgar” era inadecuada para referirse a mi texto, dijo que más bien era intrusivo.
-¿Pues de qué se trataba?
-Sobre arte, exposiciones, sexo y curadores
-¿No lo hiciste sobre ella o sí?
-Era una historia demasiado jugosa para dejarla pasar, además, el ejercicio era realismo, pues si así lo deseaba tuvo lo que pretendía, ¿sabes qué es lo que realmente me molesta? Que nuestro querido profesor lo sabía todo y por ello se indignó, le molestó supieran que uno de sus colegas se acostaba con una alumna, y que eso fuera puesto frente a él cual elefante blanco, como si se tratara de la película “Election” o algo así.

Los dos amigos avanzaron por la galería hasta que se colocaron frente a las fotografías de una chica rubia cuyo talento para la fotografía era cuestionable. Todos sabían que había obtenido un lugar en aquella exposición porque se acostaba con el curador, que a la par era su profesor.

-Entonces aquí está el material de tu inspiración.
-No es lindo que te llamen usurpador de vidas, estoy esperando a que me apedreen en la calle.
-Pues si eso es lo que esperas ya deberías traer tu casco- Trish empezó a reír sin mesura- perdona, no sólo me rio de tu caso de puta apedreada, sino de las fotos de esta chica. Son muy malas, no pasan del ejercicio de mediana calidad, así que pensé ¿cómo consiguió el lugar? Para lo que tu presencia me resolvió la verdad: el poder de la vagina.
-Nunca dije que fuera verdad, sólo comenté que era algo circundante. Todos lo saben y nadie lo apunta, todos lo sospechan y ella misma inició el…
-Chisme- completó Trish- admítelo, era un texto sustraído del chisme.
-Lo fue, pero no me arrepiento de nada, ya me cansé de disculparme por lo que escribo, bien les puede agradar o si desean, le pueden odiar, la elección de escribir es mía, la de juzgar es toda suya.
-Ya te salió lo Simone de Beauvoir.
-Y ahí viene aquel que necesita existir por cuenta propia.
-¿Quién?
-A tus espaldas, no voltees porque…
Trish volteó, lo que atrajo la atención de Silvio hacia aquel par de chicos.
-Te dije no voltearas- Leonard refunfuñó tranquilamente, no le molestaba realmente el asunto, aquel gay le era un poco indiferente, tiempo atrás Silvio le coqueteaba y Leonard estuvo a punto de tomarlo en serio, sólo que al investigarle se dio cuenta que era coqueto con todos de una forma muy vulgar, su producción era mala y compartía su vida sexual de manera explícita con toda la facultad; pero de ello hacía un año atrás, para ese entonces Nick era su acompañante.
-Carajo Leonard, ¡cómo lo odio!
-Hola chicos- Silvio hablaba con un tono cantadito que pretendía ser sensual por no decir “muy sexual”
“Silvi” habría querido Leonard, pues así le llamaban despectivamente a sus espaldas, sin embargo se contuvo con una sonrisa en los labios.
-Silvio, hola.
-Te ves muy bien hoy Leonard.
-Es el mejor comentario que he recibido en toda la noche, se estima, sobre todo porque es mentira.
-El que no te sientas guapo no es mi culpa.
-Por el contrario- dijo Trish de forma sutil, tanto que asombró a Leonard- por culpa de ciertas personas podemos llegar a sentirnos de formas muy distintas, que por cierto hoy Leonard, luces como una mierda.
-Gracias Trish, lo sé, no he dormido bien por el fin de semestre y he comido aún peor- Leonard hizo una reverencia con la cabeza a su amigo- ¿ves? Así debe ser, con la verdad- se dirigió a Silvio.
-Huy Leo, si fuera con la verdad no sobreviviríamos la mayoría de nosotros. Claro, como a ti te ven como el alumno perfecto y te granjeas el amor de todos tus profesores, ha de ser fácil pasar las materias.
-¿A qué te refieres?- Leonard pasó sus dedos por sus rizos poco acomodados
-A la verdad, como tanto deseas, te digo que no soy el único que cree tus buenas notas son por tu facilidad para el arribismo cultural. Mientras otros soportamos las críticas destructivas en clase.
-Que tu último videoarte fuera una porquería no es culpa de Leonard.
-Pero si su pieza final no fue tan interesante y todos la celebraron. Mira chico, disfruta de tu posición acomodada y acaudalada, pero en el mundo de allá afuera es distinto.
-Lo sé- se remitió a decir Leonard. No pretendía contradecir las palabras de Silvio. Eran verdad, al menos la mayoría. Se granjeaba el aprecio de sus profesores pero porque en verdad les amaba y admiraba, por lo mismo procuraba crecer en sus clases, cuestión que no era ignorada; tenía una posición ¿fácil?... posiblemente, ya muchos conocían su trabajo, no sólo eso, también pensaban era bueno, pero eso no le eximía de dar un avance considerable cada semestre; su amiga Emily le comentó que era un chico “pop”(por popular); Natalia dijo “está bien, siempre das de qué hablar”, y ¿por qué no? Había días en los que realmente se veía bien, pero ese no era uno de aquellos aclamados días. Por su cuenta tenía entendido que el mundo de allá afuera le guardaba una recepción más bien peyorativa, sin embargo no le asustaba la cuestión porque tenía tiempo que se movía en él, lo que le convertía en un arribista cultural.
-Siempre dices “lo sé”- le refutó Silvio, a lo que Leonard rió.
-Perdón, pensaba decir lo sé, pero creo no sería una respuesta muy seria, aunque la risa tampoco lo es, al menos es más sana.
-Nos vemos luego Silvi- dijo Trish mientras jalaba del brazo a su risueño amigo.
-Seguro le da una embolia- Leonard seguía riendo sin mesura, se encontraban en las afueras del balcón- me da un poco de pena, todo su estilo, la forma en que se viste, en la que habla y produce obra, todo ello es tan nefasto…

Leonard sintió como Trish lo callaba con un beso en la boca.

-¿Te das cuenta que estás ayudando a mi desarrollo teatral y telenovelesco dentro de mi vida?- dijo Leonard una vez que el beso había terminado.
-Leo… es muy probable que no regrese a la carrera.

¿Ahora qué podía sentir o siquiera decir?

-¿Por qué no me lo habías dicho?
-Meda un poco de vergüenza, más ante ti… con todo lo que dice Silvio sobre ti, sobre lo que dicen de ti.
-Sigo sin entenderlo
-Me voy a salir porque no tengo dinero para continuar pagando la colegiatura, y sé tú tampoco lo tienes así que ni se te ocurra hacer una pendejada.
-Pero Trish, somos amigos, podemos ver como solucionamos las cosas, en fin, debe existir más de una vertiente para todo esto, ¿desde cuándo tienes problemas económicos?
-Yo, supongo que desde siempre, mis padres siempre los han tenido. Mira no voy ni un año atrasado, con un año podré estabilizarme económicamente y volveré, quizá.
-Trish ¡te odio!, me lo hubieras dicho antes, gasté todo mi dinero de puta en ese internado, podría haberte pagado la inscripción, que no es mucho después de todo.
-La inscripción sí, ¿y los materiales para fotografía?, ¿mi sustento diario? Leo, apenas tengo para el transporte público.
-¿Y qué?, ¿me vas a dejar sólo? Soy un egoísta, lo sabes muy bien, no podre hacer mucho sin tu compañía.
-Eso no te lo creo, tienes a Eliee y a Murat, además bien dijo Emily, eres un chico pop, compañía nunca te hace falta.
-Pero…
Trish levantó una mano para pedirle a su amigo se callara.
-Vamos a disfrutar de la exposición, ¿te parece? El que me dé de baja temporal no quiere decir que dejaremos de estar acompañándonos en eventos como éstos.


Era oficialmente la última exposición a la que asistiría en varias semanas, pero sobre todo, en mucho tiempo con Trish.

2 comentarios:

  1. wow, increible, oh my god, quedé estupefacto, nooooooooooooooooo, aunque me revolví al principio un poco, después le agarré ritmo, pero de ahi en fuera muy buen texto, no Trish, no te vayas nooooo!!!!

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  2. Toniooo querido. Pues aquí te contesto mucho, mucho tiempo después. Perdón, he tenido un par de contratiempos (muy lindos y buenos). Ya puse la primera entrada de "Skins Skinny", espero la disfrutes. Saludos!

    pd: pues sí, el Trish se va, pero antes le toca su entrada personal, que espero sea tan interesante como él.

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Lalalea aquí