viernes, 7 de mayo de 2010

Solo

Y dormiría entre diamantes para desayunar siempre solo, ya lo tenía previsto. Quería terminar el semestre con cierto decoro y dignidad, aún podía rescatar la mayoría de sus materias, seguro fallaría en muchas, había tomado diez cuando lo normal era optar por siete, su promedio bajaría, su producción artística también lo había hecho -¿A dónde he llegado?- se preguntó Leonard sentado en una cocina ajena, envuelto en una bata de baño, era la de su nuevo “cliente”, le parecía curioso cómo había llegado a conocer a aquel hombre de poco más de cuarenta años, conservado pero consiente en que los muchachos de veinte años estaban fuera de su alcance desde cierta perspectiva. El mundo gay de aquella zona suburbana extremadamente burguesa podía ser despiadado.

-No suelen quedarse mucho tiempo- decía el hombre envuelto en su bata de baño aún con el cabello mojado- te ves muy bien con el cabello mojado.
-Gracias- dijo Leonard con una tenue sonrisa.
-¿Tienes novio?...- el hombre se quedó pensativo- ¿novia quizá?
-Ni uno ni otra, creo que estoy bien solo- siguió sonriendo muy tenuemente mientras se levantaba de su asiento para ir a vestirse.
-Eres atractivo, deberías tener una u otra cosa.
-Tendrás que dármelo por escrito y firmado, porque nadie se interesa en mí, ni mujeres ni hombres; las primeras no me interesan más allá del estudio y la amistad, los otros me interesan en todos los sentidos- Leonard se permitió una pequeña risa.
-Deberías tener uno, al menos para pasar un buen rato.
-Para eso es el trabajo- la sonrisa de Leonard se presumió perturbadora ante su espectador.
-No te me haces de esos que se prostituyen por necesidad, no eres de ese tipo, ignorante tampoco eres y mucho menos feo, creo que no te crees feo.
-Ese es el problema, que no me creo ni tan feo ni tan ignorante como presiento que los demás me ven o presienten. Desde hace poco me he preguntado la razón por la cual no tengo novio, y resolví el asunto aseverándome que para tener novio primero debo interesarle a alguien, a cualquiera, y eso no pasa.
-Si no le interesaras a alguien entonces no tendrías clientes.
-No tengo tantos- se desprendió del hombre mientras se dirigía a la habitación para poder vestirse mientras aún charlaban. A la par Leonard pensaba que si acaso tenía clientes era porque ellos pertenecían al rubro de los homosexuales desesperados y algo añejos, el más joven de sus clientes había tenido treinta y cinco años, no menos, y la verdad era poco atractivo.
-Supe de ti porque me dijeron que eras nuevo.
-Ajam- se limitó a decir el joven desde el interior de la habitación, mientras el hombre se mantenía al margen para no verlo desnudo, en una muestra de absurdo respeto, pensó Leonard- te dijeron, existe carne fresca ¿o algo así?
-Me dijeron que al parecer no te preocupaba mucho el tiempo que pasaras con la persona, hasta fines de semana enteros.
-Depende de cuánto paguen, eso es todo.
-Pero parece que tampoco te interesa mucho el dinero.
-Sólo lo necesario para comprarme ropa linda- dijo sarcásticamente una vez ya vestido frente a aquel hombre.
-Y drogarte, salir de fiesta, beber hasta morir...
-O intentar se independiente, autocrático, autosuficiente, estudiar lo que me plazca.
-¿Prostituyéndote?- dijo con gran ironía el hombre.
-Nadie está en posición de juzgar al otro ¿no te parece?- dijo Leonard mientras señalaba una foto en la pared, donde el hombre abrasaba a una mujer, él con traje negro, ella con vestido de novia, evidentemente era el día de su boda.
-Nos estamos divorciando.
-Como gustéis- dijo Leonard y tendió la mano para recibir su paga.
-¿No quieres quedarte a desayunar?
-No, prefiero desayunar solo.

Saliendo de la casa de aquel hombre con intereses previos al divorcio, se introdujo con su dinero de puta a uno de esos hoteles caros donde tienen un restaurante adjunto para los inquilinos y aquellos que quieran pasar por gente odiosamente distinguida. Ordenó un desayuno danés, sólo que además del té optó por un café expreso doble, tenía trabajo que hacer para la escuela. No había dormido bien, observó las heridas que se había hecho en el brazo gracias al estúpido florero.
En su momento decidió dejar de aceptar las drogas de Ferdinand, rechazar a Orlando y dedicarse a ver la vida desde una perspectiva más fría. Si seguía el ritmo por dos semanas más, asistiendo a la escuela, atendiendo a sus clientes, asistiendo al grupo de adictos y evitando las drogas, así como ir a fiestas absurdas; entonces lo lograría, volvería a tener su departamento, no ganaba mal, quizá podría tener un poco de independencia, desde noviembre del año pasado que no le publicaban nada en ningún lado, sus textos ahora eran malos. Recordó cuando fue becado y podía comprar tanto libros como ropa, ir a donde quisiera y hacer lo que le viniera en gana, era eso lo que deseaba, pero con mayor “profesionalismo”, por el momento sacaría dinero de cualquier forma, lo haría solo, no le interesaba tener novio, no quería ataduras emocionales, estaba cansado de buscar a un hombre que fuera “adecuado” para él, o quizá él ser aceptable para el otro. Todo tenía menos complicaciones cuando se trataba se sexo y dinero.


-Así de simple- susurró mientras sonreía maliciosamente, pero no sin encanto o cierta infantilidad, mientras el mesero le traía su desayuno y una nota.
-Un hombre me dijo que le diera éste número.
-Gracias- Leonard tomó el pedazo de papel y miró a su alrededor. No había nadie que le dirigiera la mirada. Miró el papel y apreció una caligrafía algo obtusa por no decir burda -Uno siempre espera la alta caligrafía de un buen caballero, mucho más cuando se desayuna en éstos lugares, pero eso nunca pasa- pensó Leonard mientras guardaba el papel. Llamaría más tarde.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Lalalea aquí