domingo, 17 de mayo de 2009

Los círculos internos

Leonard jamás pensó que podría estar en una fiesta de aquella estirpe social, donde la gente tomaba sus copas del cóctel más sofisticado y bebían al unísono, aquí un trago, allá otro, alcohol y más alcohol. Él no bebía pues un sorbo lo tendía en cama cual bebé asustadizo; los menesteres de la bebida no eran lo suyo, una pequeña copita le había hecho decirle las verdades más absolutas a Cecelia, su antigua “novia” (por así llamarla) y después de decirle que era una niña mimada ella se había ido con Akenatón, el ex mejor amigo de Leonard, antes de él no había tenido gran amistad con los hombres, después de romper sus lazos con Akenatón comenzó una fiel amistad con la próxima doctora Susana del Zuzu, la actual emprendedora Samantha y la extremadamente estudiosa Elizabeth. Sus tres contactos esenciales con la vida intelectual; después de ellas había venido Edgard, quién después de todo no era realmente una compañía masculina pero tampoco era justo hincarle la fijación femenil.
Pero Edgard no era el problema, de hecho una semana antes se había reunido como el club de los Bolena para hablar sobre una curiosa bienal en España. Los integrantes del club eran tres, Emily, Edgard y Leonard, similar a los hermanos Bolena: María, Jorge y Ana. Los papeles estaba distribuidos, Emily era María (dulce, coqueta, sugestiva), Edgard era Jorge (dulce, coqueto y muy gay) y Leonard le tocaba la apariencia de ser Ana (algo dulce, algo coqueto, sumamente manipulador). Los dos primeros decían que Nick deseaba a Leonard y que por lo tanto debían ponerlo a él como platillo principal –Como si fuera el aperitivo- dijo Edgard.
El problema era que Leonard no estaba dispuesto a ceder, no quería ni pensar hasta donde Nick le exigiría un intercambio de lo que fuera para poder entrar en la bienal. Para Leonard el asunto era claro, ellos dos serían amigos, se ganaría su confianza y después lo haría salir con Emily o con Edgard, cualquiera que fuera el gusto del tal Hollinghurst.
-Pero son dos lugares los que quedan en existencia y nosotros somos tres- sentenció Emily en aquella junta de los Bolena.
-¡Qué astuta! ¡Sabes contar!- inquirió Edgard.
-No sabemos mucho sobre el lugar de Flavio, tenemos entendido que él mismo se lo adjudicó, ¿y qué si sólo es un comentario pasajero?
-Un chisme, di chisme- le reprendió Edgard.
-Chisme- dijo Leonard en un tono cansino. Se sentía asediado por la actitud que había tomado Edgard, al parecer seguía ofendido porque Nick había escogido al flácido de Leonard mucho antes que al bien cuidado y contorneado de su cuerpo.
-Mira, tú lo seduces, te lo llevas a la cama y ya- dijo Emily como si eso fuera la época Tudor y Leonard una mujer dispuesta a dar todo dentro de sí.
-¡NO!- fue la respuesta de Leonard- no quiero, no me voy a degradar a tal punto para conseguir que un cuadrito mío se encuentre en una estantería de poca monta, esto lo hacemos por historial, no porque la bienal sea lo mejor que nos pueda ocurrir.
-Pues mi querido puritano, te estás rebajando al querernos meter a Emily y a mí a su cama.
-Yo nunca dije algo similar a eso, de hecho eres tú el que lo desea.
-Y yo- dijo la jovial Emily como si se tratara de pedir comida rápida en un restaurante made in gringoland.

Lo que fuera y como fuera era Leonard el que se encontraba en una horrible fiesta llena de periodistas que fotografiaban a hombres con traje o bermuda, así como a mujeres de grandes vestidos y ocasionales tiaras en el cabello.
-Supongo que saldrán en el periódico de mañana- le dijo Leonard a Nick, quién estaba a su lado.
-Supones bien, son una de las familias más reconocidas en la ciudad, seguro salen en la sección de gente bien.
-Yo los pondría en gente de mal- pensó Leonard mientras veía como los más jóvenes se escabullían a los baños para esnifar cocaína creyendo que era lo más cool del momento, sin siquiera saber que eso estaba pasado de moda… al menos desde los años ochenta.
-Pero bueno, eso no importa… de hecho espero que no te importe salir en alguna foto conmigo.
A Leonard se le erizaron los cabellos de la nuca ¿ese hombre quería una foto con él?
-Ah no lo sé, es que las fotos no se me dan.
-Pues de igual, te lo digo porque quieras o no ya la tomaron, ya nos tomaron muchas.
Leonard sólo rió un poco, se estaba metiendo en terrenos peligrosos, no debía bajar la guardia, ya había sentido en más de una ocasión como el brazo de su acompañante se escurría por su cintura con el fin de llevarlo agarrado por la misma; como si él fuera la mujer y Nick el hombre acaudalado. –Pero eso no va a suceder… espero- seguía cavilando para sí.
La fiesta transcurría y fue ahí donde, como de costumbre para Leonard, conocía a una persona dentro de aquel lugar… y como de costumbre dentro de los ámbitos sociales, era alguien a quién no deseaba ver.
-Leo- dijo una mujer de corta estatura, ojos avisados y delgada complexión.
-Cee- dijo Leonard, quién no podía creer su suerte al encontrarse con aquella niña mimada.
-¿Cómo has estado? Jamás te había visto en una fiesta así.
Leonard pensó que lo único que significaba aquello era que no creía que fuera su mundo “social”. Cecelia era inteligente y bonita, dentro de lo suyo, su madre era una arpía que conseguía lo que gustaba conseguir, y su padre era político, ahora un candidato a diputado.
-Eh visto a tu padre, sí, en cada esquina- era lo único que su boca deseaba decir. Tu padre, madre, él, ella, aquellos, pero nada de tú, yo, nosotros.
-Creo que la foto no le favorece, ya vez, estúpidos fotógrafos- Cecelia guardó silencio- perdón, creo que ahora tú eres fotógrafo ¿estás estudiando arte?
-Sí, estudio arte, pero no me dedico a la fotografía.
-Lo sé, leí tu escrito en la revista del estado, tenían una foto muy favorecedora de tu rostro.
-Fue una vez, no se volvió a repetir- Menos mal que ha sido de mi cara y no de cuerpo completo, pensaba Leonard.
-Lo noté, la compré con la esperanza de leer algo sobre ti pero no volví a verte en ella. Pero quién diría que ahora eres escritor, antes no se te daba ni leer a Shakespeare.
-Y sigue sin ser algo muy factible- se debatía en el interior Leonard. Quería seguir hablando con ella, al menos para darle a entender que había progresado de modo intelectual, y no porque quisiera volver con ella, sólo porque deseaba mostrarse superior, pero las cosas no se daban.
-¿Con quién viniste?...
-Ahí estás Leonard- dijo Nick.
-Ah…uh… sí…- ahí estaba la eminente verdad de ser descubierto, ella se reiría en sus adentros, les contaría a todos sus conocidos: “¿Sabías que Leonard se volvió gay después de estar conmigo? Ceo que lo marqué, pobrecito”
-Cecelia, él es Nick Hollinghurst- dijo tomando aire- Nick, ella es Cecelia Anaryo, su padre es…
-Se quién es, un gusto- Nick le extendió la mano a Cecelia.
-Espero que votes por él- dijo ella en tono pícaro. Al parecer Cecelia no se había dado cuenta de nada, y por ende ahora coqueteaba con su acompañante.
-Voy por algo de tomar- dijo Leonard- regreso en un momento.
-Bueno, quieres…
-Y dime ¿de dónde eres?- Cecelia no iba a dejar ir tan fácilmente a Nick.

La noche pasó, vio como su actual negocio hablaba con su antigua inversión, parecían pasarla bien. –Menos mal que Cee no estudia arte, sino tendría que preocuparme un poco más… más allá de lo que le pueda decir de nuestra antigua relación.

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