domingo, 11 de abril de 2010

Down to earth

Vestía una playera blanca con cuello en “V” y unos pantalones muy entallados, en conjunto con unas zapatillas deportivas… o quizá no tan deportivas, eran de esa marca que usaban los basquetbolistas pero sin mayor remedio se había comercializado y abierto al público en general para que se disfrutara con fines meramente estéticos, pues funcionales no eran. Alguna vez Leonard estuvo a punto de morir por esos mismos zapatos al caminar en una calle mojada, de hecho había sido así como conoció a Ferdinand, otro gay de la zona, pero de una más cercana y a la vez lejana. Justo ahora cuidaba a su perro y se instalaba en su departamento por un breve fin de semana.

Fumaba un cigarro mientras recordaba su encuentro repentino de hacía un par de días atrás cuando caminaba estilo mis Kitten Braden de “Breakfast on pluto” por las callejuelas más calurosas y paradójicamente húmedas de la ciudad en la que estudiaba, resultó que sus zapatos terminaron por jugarle una mala treta al derraparse y caer “mágicamente” en los brazos de Ferdinand, un chico de veinticinco o veintiocho años de edad, un poco más alto que él y sin ser muy delgado no se podía decir que tuviera señas de sobrepeso… ¿era acaso que tanta educación made in Hollywood estaba dando resultado? Pues aquella escena le pareció en su momento una vil calca de cualquier filme romanticón del momento sólo que con esencia enteramente gay; así, mientras estaba en los brazos de aquel hombre (cuestión de un par de segundos) la mente de Leonard vio toda la secuencia en tercera persona: “El chico gay afeminado camina por la calle algo oscura, húmeda y calurosa; no obstante carece de clase y elegancia y su torpe caminar, en conjunto con sus zapatos algo gastados, le hacen resbalar en un suspiro; sus rizos vuelan sin sentido hacia arriba mientras su humanidad cae con demasiada cordura hacia donde le manda la fuerza de gravedad, y es justo cuando espera que su playera blanca se ensucie con el lamoso pavimento, así como sus jeans bien ajustados terminen por besar el asfalto, un par de brazos algo torneados le sostienen ágilmente rescatándolo de una muerte segura, al menos una muerte segura para su dignidad.

El problema con Ferdinand es que el auge Hollywoodense le había durado no menos de media hora, pues Leonard se enteró que era una especie de diller de drogas, para ser más específico de las ansiadas “tachas”, pasando su referencia fílmica de “Breakfast on pluto” a “Taxy Driver”.
-Si se te ofrece te puedo dar un buen precio.
-Estoy intentando dejar las drogas.
-¿Qué eras, cocainómano?- preguntó Ferdinand con una voz falsamente seductora; Leonard viajaba en el asiento copiloto en el automóvil de aquel chico, quién a juzgar por el modelo no le iba nada mal en el negocio de “repartir” su producto.
-No, eso no se me da, después de ver el trabajo de Teresa Margolles preferí no probarla.
-¿Y esa vieja quién es?- decía Ferdinand con una mano en el volante y la otra inmiscuyéndose en la pierna izquierda de Leonard, quién rió un poco y después le quitó la mano -¿Qué pasa?- reclamó el conductor poniendo ahora ambas manos en el volante- por como caminas podría jurar que te gusta lo mismo que a mí.
-No sabía que los aspirantes a drogadictos camináramos de cierto modo.
-No te hagas pendejo, me refiero a que te gusta la verga.
-Ah, eso- suspiró Leonard- también estoy intentado dejarla- volvió a reír pero ahora su risa se había impregnado de nerviosismo, ¿Qué hacía en aquel automóvil? Si fuera el de antes no le habría dicho más que “gracias” y después huido entre las sombras; el problema es que había anochecido, no tenía lugar donde quedarse y al final tenía que llegar a casa… aunque fuera muerto, y como Ferdinand vivía en la misma ciudad que él sólo que al otro extremo (o eso había dicho) no tenía más remedio y/o tentación que subirse al coche de un extraño, dejar que le hablara de drogas, vergas y…
-Prostitución- dijo Ferdinand, sacando de sus pensamientos a Leonard.
-¿Perdón?
-Que si te gusta la prostitución, ¿alguna vez te has prostituido?
-No, ¿por qué lo preguntas?
-No sé, ahí en la calle traías un aire de diva.
Leonard no sabía si reír histéricamente o sólo nerviosamente.
-¿Eso me hace una puta?
-Ya es noche, alguien como tú no tendría que ir sólo por las calles a esta hora.
-Se me hizo tarde, eso fue todo, además, antes de que evitaras mi tediosa humanidad cayera al suelo, que te lo agradezco, iba a tomar mi autobús, estaba a tiempo.
-Te pudiste dar un buen golpe y quedar inconsciente.
-Bromeas ¿cierto?
-Sí- rió benévolamente el conductor.
-¿Y por qué lo de la prostitución?, ¿además de repartir droga te dedicas a repartir hombres?
-No, sólo era una forma decente de preguntar si estabas disponible.
Leonard entornó los ojos, en la vida creería que algo así le pasaría, ni que tuviera un aire atractivo –Bueno, ni el piloto y mucho menos el copiloto son atractivos- pensó con aire desdeñoso.
-Muy decente de tu parte plantear la pregunta desde la perspectiva de la vendimia por necesidad.
-Sin embargo se nota que tú no tienes esa necesidad.
-Te equivocas, estoy quebrado, sin un centavo, justo ahora estás ayudando a mi economía al llevarme a casa.
-¿Te gustaría pasar un fin de semana conmigo?- Ferdinand le soltó la pregunta sin mayor problema y mucha naturalidad, a lo que después agregó- te pagaría… por pasear a mi perro- después rió alegremente.
-¿Por qué no? Ya va siendo hora de tener en cuenta mi realidad, con los pies es la tierra- suspiró Leonard.
-¿Y cuál es esa?
-Una en donde sólo serviré para pasear perros.
-Bueno, siempre se puede hacer más que eso.
-Lo sé y lo supongo.

Permitió que lo dejara a tres cuadras de su casa. Era peligroso involucrarse con ese tipo de personas, pero cuando el instinto suicida de Leonard se activaba no había quién le detuviera
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4 comentarios:

  1. Sip, hermano, ruptura. Y es triste. Pero la vida es pa’ delante.
    Con la novedad de que vengo a despedirme. Cierro el Blog, pero espero seguir… siguiéndonos en el nuevo que abriré, ¿de acuerdo?
    Me gustaría que pasaras a despedirte. Mi última entrada es mañana.
    Gracias por tantas letras, y aun no se me ha dado la de conocerte. Espero no tardar mucho.
    Saludos!

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  2. Oh, mañana paso por tu blog!!!, ya pasé hoy, espero ansiosamente tu nuevo blog, todo bien, todo para delante... jum, no tengo nada qué decir.

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  3. bien joven, me asusta el echo de subirme al auto de un desconocido, ¡o sera uqe ya me paso? jajaajajaj un saludo

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  4. jum... todos hemos sido tentados... creo... Saludos chico Sinester

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